31 de octubre de 2011

Los fiscales de Dios



 

Existe otra clase de mimetismo : el disfraz del esclavo.

Hubo un tiempo en Oriente donde los emperadores, tocados de la mano divina , gobernaban al pueblo. Las mentes colmenas lo agradecían , el liderazgo venido del cielo no albergaba duda sobre la ética , el honor y la justicia.

Con el tiempo los emperadores Santos cayeron, muertos por la razón del estado. Más las mentes colmena, faltos de padre sustituyeron a este por el anterior . El padre estado cuidaba amorosamente el ying privado de cada cual y con mano férrea el yang del exterior de las carcasas humanas.

Como antes , ahora las mentes colectivas están faltas de guía y el dirigente ya no es paternal ni justo , ni siquiera cruel , tan solo está ausente , no se le espera ; huyó como cuentan que antes hizo su enemigo la religión.

Abandonados a su suerte las hormigas de dos patas caminan buscando defensa en parajes hostiles.

Los que defienden a los últimos independientes, aquellos cerebros solitarios que piensan por si mismos , arriesgándose al ostracismo del clan ; mutaron.

Los sindicalistas se camuflan del color de sus amos y es muy difícil distinguirlos de estos, las manos llenas de comida del Dios ignorante que dejó a sus hijos hace tanto que ya ni los recuerda.

Uno pregonó que Dios estaba muerto, en su lugar la nueva deidad se hizo con el trono del poder. Y lo dejó vacío al poco tiempo hastiado de los de abajo, cansinos  con sus oraciones , suplicas y peticiones dadivosas. Abultó entonces el estomago de sus fiscales y la mimetización endogástrica se hizo tan perfecta que uno y otros son otrora indiferenciables.

28 de octubre de 2011

Domingo de Ramos / variación en torno al universo Origen/Inception



  

 

  El invierno se acaba.
–Es indudable, el calor, tardes soleadas, cambio de horario.
–Sabes que no podré sobrevivir mas allá del último número de esta hoja del almanaque.
–Eso no es novedad.

El chirrido de los pájaros se agudiza al paso de las personas que corretean ávidas de compras. Cuando caminan parecen congelarse en una cadencia a tres veces menos de la velocidad normal. Huele a incienso y polvo.

Las sombras de las calles angostas se trasladan o más bien se alargan hasta casi tocar los veladores.Se escucha el rumor de voces desde el bar. Si se presta suficiente atención parecen estar hablando de ellos, murmurando y conscientes todos de los dos individuos sentados en el soportal. Los pájaros se arremolinan a sus pies picoteando migajas, incluso ellos de vez en cuando alzan las pequeñas cabezas rojas de jilguero buscando arrugas en las caras de los hombres, por otra parte idénticos.

 La mesa de aluminio sube en su espalda dos vasos de vino que se calientan con los fuertes rayos del sol de abril, rápido muy rápido, ellos los apuran antes de que sea demasiado tarde.

–¿Cuando te veré de nuevo? – Pregunta el Primero sin mirarlo a los ojos.Su vista está perdida en ese momento de pequeño éxtasis cuando solo apreciamos bultos, los ojos abiertos sin ver por que en esos instantes nos miramos desde dentro. El cerebro se contempla asi mismo y se asegura de ser el mismo trozo de carne que no sabe para que está en esta realidad pero se siente feliz- el muy zoquete- de vivirla.

–Cuando el frio, cuando las lluvias; como todos los años.
–Aquí no corre el tiempo igual y lo sabes.
–Pues no hagas preguntas absurdas, sabes que es así y siempre será.

 El silencio se aposenta en el ambiente cuando un retumbe de tambores se escucha en la lejanía rasgándolo suavemente. Ahora son los dos los que entran en el exiguo éxtasis personal de la mirada que observa sin mirar.

 Las proyecciones se visten de un Domingo de Ramos gótico y ténebre. Arropadas de negro se agolpan a la mesa, empujándose unas a otras para obtener mejor detalle de la situación.
–Diles que se marchen, me molestan. – Ordenó el Segundo , su voz amortiguada por el resonar de tambores clavado en el pecho, - me dan miedo.           –No puedo controlar las proyecciones, actúan por iniciativa propia, no te marches seguro que eso les agrada y dejaran de molestarte.

Dicho esto las personas sonrieron: todos de azabache, de traje y corbata. Camisas almidonadas y ramas de olivo en las manos.

–Me pregunto ,– cavila el Segundo en voz alta sabiéndose escuchado por los transeúntes-, sí cuando despiertes tendrás un vago recuerdo de esto.
–Siempre, la nostalgia es parte de mi ser y tu eres su encarnación. No te amedrentes por el calor siempre vuelve el invierno.
–A lo peor este año no.

 El Segundo se levanta de la silla de aluminio, toma un altramuz del plato de loza, come su contenido y escupe la cáscara, esta describe una parábola casi perfecta y en su caída roza la cara del Primero.


Los tambores se acercan impertinentes. Un estruendo de tormenta primaveral se atempera cadente al paso del Segundo que rodeado de fantasmas , veinte años más jóvenes que el, lo agarran del brazo. La lluvia lo acompaña hasta el boquete de la vía.

Su silueta se alea con las sombras de las calles carnívoras que con gusto se lo tragan.
                                        

14 de octubre de 2011

El andaluz Kafka duerme la siesta




Tan simple como desear encontrase en el mañana una tarde de calor insoportable, el andaluz Kafka despertó con la inquietud de saberse único, una pasión de huida de todo aquello que lo cansaba hasta el hastío mas absoluto y la resolución de no contemplarlo más lo hizo posible.

Conectó el aparato de televisión, tan inexistente y virtual que de tan solo un botón se alimentaba, se rearmo al instante ante su vista. En las noticias de las tres el locutor hablaba con acento norteño, como siempre, en la serie la criada chascarreba alegremente en un zezeo constante, invariable, y más tarde en el horario de las golfas, sobre las cinco, estas desgranaban su último acto fornicador ,con cualquiera que tuviera la cartera rellena , en un esplendido seseo cadente y sinuoso; como solo las putas saben relatar.

El calor permanecía cuando observó la calle desde la ventana. Las brumas se levantaban del asfalto sinuosas, las personas correteaban de un lado a otro en un trajín que ya en otro tempo pudo observar amenazante, invadiendo su ciudad como aquellas de mas allá de la pétrea muralla en Despeñaperros y como los antiguos camiones atorados en las zanjas, los entes andaluces contagiados de este terrible mal permanecían presos de la prisa, presos de la prisa...

Todo había cambiado para seguir igual. Las tiendas de toda la vida, esas desconocidas en los barrios dormitorios pero que en el casco antiguo mantenían su pabellón, fueron fagocitadas por el consumo y luego vomitadas en formas de neutros cafés holandeses.

Le llegó a sus oídos las risas firmes de los de fuera; buscaban el edén perdido, como antes de su siesta, los bárbaros de más arriba saben como gastarse los cuartos. El andaluz del futuro es un tipo serio que no tiene putas ganas de reírse de nada, tal como era en el pasado, antes le servía de expresión diferenciadora de casi el resto de los suyos, pero en el mañana el gesto agrio es lo común.

El regusto de la manzanilla en el gaznate, la nostalgia de aquella arena en sus pies y el sabor de Gades en los labios quedaba diluido por el tumulto vulgar de aquellos que no conocen nada y se creen maestros de todo.

El andaluz Kafka del futuro quiso dormir la siesta de nuevo y volver a lo ya conocido pero con el sabor del antiguo, antes de sestear por lo menos guardaba cierta esperanza, pero ahora es imposible. No desvió su psique a miles de años de distancia, solo fue encerrado en un bucle atemporal y disperso de un presente continuo.

Atorado, cautivo como el camión a Despeñaperros en la cuneta de aquella carretera en invierno, añorando un verano de siesta de calor extrema.