10 de noviembre de 2011

NADA




Cuando llegó solo quiso arrullarse.

Quedarse quieta en los brazos del hombre hecho por ella.

El estaba construido de nada, la nada es materia común en los pusilánimes. Se atomiza formando en sus cabezas una mezcla de nada para rellenarlos de nada y con el tiempo la nada se deja llevar por este.

Los hombres llenos de nada.

La baba le caía suave por los labios, buscando una boca perfecta que a lo mejor con el cambio de fluidos le contagiara un poco de personalidad. Y ella así lo hizo modelándolo , construyendo el hombre perfecto para su uso y disfrute.

Ella solo era capaz a medias. Consagrada a su ego, manchado este por el ascenso de sus hermanas, necesitaba de la herramienta social del perro andaluz, tirado por las correas del sexo para alcanzar el estatus del mediocre pues sus ínfulas, al fin y al cabo, no daban para más.

Arropada por hombres: patriarcas, amigos y amantes, siempre hombres; pues las suyas le hicieron la radiografía desde el primer instante y esas no sirven. Los hombres le interesan por miedo, amor o lascivia. Un magnetismo especial.

Hecho ya el muñeco sus ansias la levitaron hasta la perfección inexistente y pretendía que en todas partes se la reconociera como tal, infeliz, armada con su hombre de paja.

Un mañana llegó otro hombre, recuerda que soplaba ese viento que desquicia aún más a los locos ,  la lluvia caía de lado mojándole la mejilla izquierda.

La nada de su esposo hacía tiempo ya que la comía desde dentro, desconocía ella que la nada se contagia. La nada inunda el Universo y se apodera de esta clase de almas.

Para el nuevo hombre ella era invisible, un trasero, una cintura, un cabello que se mueve por el céfiro; una carcasa llena de nada.

Quiso destruirlo, utilizó a su maniquí para no tener que mancharse las manos.
El muñeco falto de iniciativa tan solo pudo avanzar hasta el precipicio donde el nuevo hombre esperaba, desmoronándose peñas a bajo.

El viento soplaba fuerte otra vez, cuando bramando entre las esquinas de un solo golpe la deshizo en partículas de nada.

El nuevo hombre se marchó sin expresión en el rostro, para él no había ocurrido gran cosa.

Una gota de lluvia le cayó en la mano, fría y pura y entonces la recordó, pensó que esa era la mejor manera de redimirse para cualquier persona fagocitada por la nada.


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