17 de abril de 2012

Regreso a Xanadu : politicos correctos, animales que lamen tu mano , idealistas y rubias platino.

075 Olivia Newton John & Elo - Xanadu by Старая Кассета on Grooveshark
                                                


Quise estar al corriente del proselitismo descarado en la red, inservible de todas las maneras. Es como hablar en una reunión política donde todos son afines y cualquier diatriba se considera traición pero útil al Mimetismo. Ambicioné el por que este ejercicio de egocentrismo, acaso para asegurar los pensamientos no vaya a pasar que se escapen y vuelen de la sesera hasta otro, mas clarividente.

Recuerdo a los “familiares” de Fahrenheit 451, a todas horas escapaban de la televisión para aconsejar a los ciudadanos sobre como actuar, que hacer. De una forma peyorativa, que es la peor de todas, llamada paternalismo.

La rebeldía se paga con el ostracismo y de los amigos se perdona todo.

A veces pienso que salvo los camaradas Nimésicos estas líneas no son leídas, por que leer cansa, sobre todo cuando lo que se pregona no es afín a tus ideas. ¿Qué me importa el amor animal?¿el dinero perdido en proyectos volátiles?¿el idealismo utópico de las estepas?¿el sentir del camarada que solo ve en una única dirección?.
¿Qué importa un país que muestra los aperos de labranza en su bandera , cuando este utiliza cohetes de largo alcance para intimidar a su vecino del sur?¿que importa una isla autócrata en medio del caribe donde sus insulares tienen prohibido la libre circulación?¿que interesa de la mayor potencia del mundo con las conexiones de Internet eunucas y parasitas? Para ellos, mis queridos e inspiradores de esta clase de relatos, no leídos en el blog del Andaluz, no significan nada, son invisibles. No existen salvo en la mente calenturienta de aquel que no cumple las premisas.

El Mimetismo no salvaguarda ideología alguna salvo aquella que le interese, de uno u otro lado.

Algunos nos preguntan ¿Qué es el mimetismo? ¿Sois políticos o escritores? Creen que las respuestas se escriben libres en el aire para que luego alguien las reclame. Las copie y las pegue, siendo estas para los demás materiales de deshecho.

Las respuestas se ganan ciudadanos y camaradas.

El camino es arduo y el invierno largo hasta llegar al estío de la revelación.

La izquierda se pierde en los mitos siberianos, en las conciencias animales, en experimentos sociales que no prosperaron, pretenden pues un camino de no retorno y por tanto el mimetismo no puede clonar este concepto por ser expatría al raciocinio humano. La derecha definitivamente mutó en una cosa sin nombre y las cosas sin nombre no tienen vida. El mimetismo no puede mutar en un objeto, pues nuestra base es el alma viva y constante.

¿Qué es el mimetismo? El activismo mimético es una bisagra que adapta a lo que cree salido de cualquier conciencia.

El activista mimético declina el poder a quien lo desee.

El activista adopta para si cualquier impulso humano venga de donde venga.

El activista bombardea cada jornada con información su cerebro para tener dictámenes propios.

Tenéis que descubrir lo que es ser nimésico lo que significa la adaptación al medio y el trastoque de realidad por vosotros mismos y cuando creas tener la respuesta, volver a dudar.

¿Es posible un cambio de realidad? Sin duda, pero ¿a que precio? El coste no es otro que dejar de llevar peso a vuestras espaldas. Liberarse de tapujos, de búsquedas a medias y tribulaciones de unos y otros.

No seríamos lo que somos si no expresamos nuestro interés por esta información sesgada.

Demos gracias entonces a nuestros amigos inspiradores, sin ellos, sus pasquines, consignas y proclamas, del signo que sean, no hacen sino incrementar la cantera Mimética.

Excusemos de todo lo expuesto a Olivia eternamente joven  , una de nuestras musas , que ella guíe nuestro camino hasta el mundo perdido de Xanadu.

8 de abril de 2012

Un cuento Nimésico




Alto Giove by Farinelli on Grooveshark


Al salir de casa noté un cierto olor a podredumbre y cuando me contemplé, con asombro en la faz devuelta mi imagen por un escaparate, me percaté de la perniciosa sensación de muerte en mi cuerpo.

Todo yo era un amasijo informe de carne echada a perder. En cuestión de segundos empecé a descomponerme, me partía en mitades, en trozos que seguían el reguero de mis huellas en el asfalto.

Bamboleante y acaso somnoliento, victima de un sopor inmediato y apremiante me arrastre por entre los transeúntes, ajenos a mi aspecto que no a mi dolor. Notaba cierta sensación de desasosiego con los que me cruzaba. 

Querían ayudarme pero no sabían como. No sentía nada, podía moverme, dificultosamente eso sí, y aunque no sentía el piso transcurrir en entre mis pies si lo hacia el leve rechinar de los huesos rotos en la carne suelta.

La vida me rodeaba pero yo moría lánguidamente en esplendor. El frío había conservado mi cuerpo muy bien, casi intacto durante cinco meses oscuros, pero ahora las flores se abren, una nueva hornada de púberes se pasea subidas en plataformas imposibles, las personas desechan los abrigos, la carne viva revienta tras las esquinas y los animales copulan salvajemente. Este derroche de vida me entierra y agota, consume el poco liquido que conserva esta mortaja que llamo cuerpo.

-  Te veo decaído amigo.

El imbécil de Jun con sus sentencias irónicas, el peor de los encuentros.

- Estoy  muerto Jun ¡que esperas!
- Pues vive ¿Quién te lo impide?
-Tú me lo impides idiota, desvíate de mí y déjalo estar por una vez.

Jun se alejó. Con las manos en los bolsillos, revisando lascivamente a las jóvenes de arriba a bajo.

Me apoyé exhausto en una esquina. Tenia los ojos vidriosos, el calor me sofocaba, la angustia se transformo en sed; avasalladora y terrible, podría beberme un tonel de agua sin respirar, sin recobrar aliento.

Me sujeté con una mano a la pared adelantando a mi pierna , que separada ya del resto del cuerpo, por algún despiece debido a la putrefacción , quedó aislada , un ente aparte , una cosa expatría la cual en algún universo paralelo formó parte de mis entresijos.

Solté con pavor la mano del salvavidas de hormigón y decidí adéntrame en la acera arrastras como una babosa. Los detritus se agolpaban ante mis ojos, las manchas de aceite, los gomas de mascar y el orín a perro. Ese era mi nueva cosmología, mi apartado personal, mi sitio en el mundo.

Seco y marchito, aquella mañana de primavera, quedé postrado en el asfalto de la calle.

Cuando desperté una ola de frío helaba mi piel. La nieve se perdía eterna entre las rocas y el aullido del lobo hacia volar las gaviotas. El mar del norte, embravecido, rompía furioso partiendo en dos cascotes milenarios de piedra del acantilado.