9 de febrero de 2013

Un asunto de estado






Un vaso de leche, pura de vaca. Eso pone en el brick. El sonido del precinto de seguridad al rasgarse hizo remolonear al gato hasta la esquina y se quedó observándolo en su postura habitual de felino egipcio disecado, esperando que le rebosara su plato.
 La mañana despuntaba después de una niebla intensa. Los brazos calientes del sol rasgaban el cielo color ceniza y a jirones la tela de la noche se caía de vieja. En la calle la vulgaridad inundaba el asfalto de gente normal embutida en coches normales camino de trabajos normales o en su defecto la mas normal de las colas del desempleo.
El televisor cantaba, jondo y seco, las últimas retahílas de noticias encadenadas con las que le hicieron conciliar el sueño la noche pasada, hace mil años o más.
 La esposa trabajando los niños estudiando y José Maldonado Bulguer miraba desapasionadamente un vaso de leche.
 Tocó el móvil indeciso, espantó un par de miasmas soñadoras de la oscuridad que precede a los sueños, las que se quedan hasta que bajas del ascensor y te das cuenta que nadie vuela.
 Ella estaría enfrascada en memoranduns ministeriales que no llevan a ningún lugar o en todo caso , como la gente vulgar de mas abajo, de nuevo a engrosar las listas  “mantenidos” ; les llamaba ella.
 Hola, sé que estás ocupada – se atrevió a pronunciar- si, si, el ministerio no es una oficina cualquiera – la dejó acabar la frase. De fondo se oía a la secretaria desgranar un mantra tibetano :  estadísticas números , concejalías , para él todo sonaba a cántico de las alturas celestiales , incomprensible lenguaje de lo divino- Quería saber si la compra de se hizo como siempre…si claro , la asistenta , pero esa no está , hoy su día libre…¡coño déjame acabar joder! La leche… ¿Cuál? Pues la del cartón de toda la vida. Está podrida, yo que sé, tiene un aspecto asqueroso, eso no se puede beber. ¿Qué si huele? No lo sé maldita sea si solo ver el color asusta. Es verde carajo…la maldita leche es de color verde.
 El pitido de cuelgue queda estático. Vestido con el chándal se escapa del hogar y le inunda las orejas el sordo retumbar de los coches, las personas se comunican en murmullos y sus pasos son sonámbulos hasta el bar.
-Antonio un cortado por favor. ¿Que es esto?, déjame ver la leche.“ …una leche única para usted , pasterizada rica en calcio ….” Y un montón de monsergas rezaba el ladrillo de hule en su etiqueta.
-Viértela delante de mi, que yo la vea- el camarero escanció el contenido mínimo en el diminuto vaso de café Express. Un hilillo sucio, como de agua de pantano tiñó de verde oscuro el contenido.
 El bar está a rebosar y todas las “supermadres” apuran los desayunos ; un ojo en la tertuliana de enfrente y el otro en el vehiculo en doble fila, en sus manos, humeantes los vasos, bebían el brebaje esmeralda con colacao , café y otras mierdas.
Desvalido José Maldonado Bulguer , atrapado en una falta horrible y pavorosa, en un cuento en el que el no era protagonista tan solo un decorado ; un árbol de cartón con niño dentro, se atreve a preguntar al camarero.
-Dime Antonio ¿ De qué color es la leche?.
 El camarero lo miró como si esa pregunta se la hicieran todos los días. No movió un ápice las cejas se apoyó en la barra y acercó la boca a la oreja de José Maldonado. En susurros le rezo:
-Verde don José. La leche siempre ha sido y será verde.
 Después de aquella terrible revelación José Maldonado deja pasar la jornada de una forma ausente. Es una frágil estructura mecida por los acontecimientos prosaicos de cada día con una pesquisa esmeralda alojada en su cabeza.
 La intriga dura hasta la tarde y en su corazón late algo difícil de describir , algo que impulsaba a sístole y diástole dos veces más deprisa de lo normal , algo pensó él , que puede ser curiosidad , un afán de descubrimiento una búsqueda secreta que lo sacará de la maquina.
 Cuando llega la noche la familia duerme. José Maldonado Bulguer permanece despierto arropado hasta la barbilla contempla el pasillo oscuro que se expande mas allá del dormitorio : una garganta.
 Ha perdido cualquier atisbo curioso y se acomoda en el mas tranquilo remanso de la frustración con ciertas notas de odio. Poco duró su aventura exploradora.
Se dice una y otra vez la misma frase. Intenta conciliar el sueño hasta que lo logra.
-¡Antes de hoy la leche era roja joder!…roja.