Este caso es particularmente correoso por su
evidente maldad, por lo oscuro del corazón del ejecutor, por su nula empatía.
Hace tres días que permanece encerrado, sometido a un interrogatorio constante,
con pocas horas de sueño y comida escasa debería estar en nuestras manos pero
como roca se resiste.
El argumenta que no ve pecado en su crimen.
Que acuchillar unos osos de felpa, o de peluche (la sola descripción de este
acto cruento hace que se me retuerzan las tripas) no es más que matar un
juguete, a veces, se vanagloria el indeseable, “hasta son feos” se atreve a
decir. No sirven las excusas, y el hecho de tener que oír estas indecencias de
su boca me asquea,pienso que mi sueldo no compensa este sufrimiento.
Sus actos ya lo conocemos, las pruebas, y su
propia confesión, lo que deseamos con ardor en su arrepentimiento; que no
llega.
“Acérquese
comisario, permítame su oído”, se pronunció esta mañana. Como no quería quedar
como un pusilánime ante mis hombres lo hice, esperando, ingenuo de mi, el
arrepentimiento, sintiéndome yo como un joven sacerdote ante su primera
confesión. “Comisario, querido comisario, es usted un hombre recto y justo, sin
mácula y por eso debe oír esto que le digo, de un pecador a un hombre santo. He
matado muchos juguetes de felpa, cierto, pero nada me causa mas excitación que
mancillar con deleite los anuncios en las redes sociales, esos que cuelga su
esposa o su querida hija; animales tiernos de carne y hueso o puro algodón ;
con mensajes candorosos bajo sus patas y buenas intenciones, me excitan sobre
manera. Cuando incrusto comentarios soeces, cuando los borro o modifico.
Esos seres tiernos, y virtuales¿ha pensado comisario en la irrealidad de
esos peluches en los cuadros de honor? Son puros, casi místicos. Después de posar mi mano en el ratón quedan sucios ¿sabe comisario el poder que
siento en ese instante?”
Pude soportar este invite con apenas temple
por mi parte. Mis hombres no escucharon nada de sus labios pero si el veredicto de los mios con horribles consecuencias para el
detenido.
Niños, cuídense de estos parásitos que roban
la inocencia. Nosotros nos encargamos de ellos, no titubeéis en contactar con
el Sindicato de Buenas Practicas y denunciar cualquier robo de mascotas de
felpa: el criminal tendrá su merecido.
En tu sueldo está incluido tu precio por sufrir.
ResponderEliminarRecueda que en la tienda de juguetes siempre existe un trastero donde van los juguetes que nadie quiere. Mimetizate en la trastienda, ya que el Sindicato de Buenas Prácticas esta comprado con monedas de chocolate. Las marionetas besuconas estan salvadas del asesino de peluches de felpa pero los indios de plásticos seremos victimas del psicópata.
Si tus compañeros son inteligentes, que lo dudo, sabrán por donde van los dardos envenenados de tu relato.
Me gusta el nuevo rostro del blog.
ResponderEliminar