17 de marzo de 2016

JUMP

El humo bajaba del techo  en capas gruesas, en cascada, era pegajoso, lleno de hollín, negro y tenebroso. En pocos minutos quedamos a oscuras y solo los leds de las maquinas rompían con centelleos un pasillo interminable que nos llevaba al cadalso.
Las llamas, al otro lado de las paredes recalentaban la estancia y el sofoco nos hizo toser, sin pausa, una tos asmática de supervivencia donde cada músculo, lucha por escapar de la muerte pero sabes que es tarea imposible y aún así el cuerpo busca un escape. Nos manteníamos agarrados unos a otros formando un tren infantil, nadie hablaba.
Al final del pasillo de humo como en las leyendas, nos encontramos con el agujero de luz, que no era otra cosa que una pared derruida, la niebla negra escapaba a borbotes por ahí, y una brisa suave nos revivió por unos segundos, los rayos del sol se abrían paso entre vanos de humareda como brazos de oro que nos llevaban al destino más escandaloso e inimaginable de los habitantes de la planta 99. Nuestras vidas pasadas ya no tenian sentido, desde que comenzó el incendio todo mutamos a habitantes de la planta 99. Pequeñas vidas de veinte minutos; como las moscas, en el planeta planta 99 todos éramos insectos nacidos minutos antes, nuestro alimento; el oxigeno, sin opción a reproducción, nacimiento y muerte en un pasillo oscuro, vomitados al final por la boca rota, la brecha abierta en la pared de la planta 99, al exterior, volaríamos, crisálidas hechas mariposas en vuelo rasante con la pared en vertical, de camino al suelo de asfalto 1000 metros más abajo.
Y subido en una robusta mesa de roble;  las mangas de la camisa remangadas hasta los codos para dar mayor movilidad a los mismos: el hombre de la maza.
Mantenía su corbata atada con experta sujeción al cuello, la chaqueta de traje caro descansaba en la mesa, dispuesta  para evitar cualquier arruga. Le brillaba la frente por el calor y el esfuerzo. A sus pies en fila, al menos diez habitantes de la planta 99 aguardaban su turno, subían de uno en uno a la mesa, el aire fresco de primavera se colaba entonces por el hueco de la pared y el hombre de la maza les dejaba así, que contemplaran el perfil de la ciudad, el sol que despunta, el paso de las golondrinas buscando el  invierno, el calor de miles de almas de la ciudad al despertar. A esa distancia no se oían las sirenas, ni el murmullo ahogado de los espectadores; tampoco el estampido de los cuerpos contra el suelo. El hombre de la maza aguardaba, esta felicidad difusa , este anhelo por la vida que se deja , el repaso en segundos de todo lo pasado le pertenecía a  su cliente. Llegado el momento , el hombre de la maza sabía cuando , subía sus poderosos brazos hasta el cielo negro de hollín, la punta roma del martillo llegaba a tocar su espalda, y de un sonoro golpe seco , era el único sonido en aquel rincón de la planta 99 , rompía el cráneo del cliente que se despeñaba hacia el suelo a una velocidad de 20 metros por segundo.
En ocasiones el cliente prefería mantenerse conciente antes del salto. Entonces el hombre de la maza dejaba su herramientas y acercaba el oído, nunca supe que clase de confidencias le contaron al hombre de la maza pero todo los que optaron por este método lo hicieron, el hombre de la maza asentía, como un confesor, una vez soltó una carcajada y el cliente lo abrazó, después un leve empujón casi imperceptible pues esta clase de clientes confiaban en volar sin ayuda.
Asumí mí puesto en la fila detrás de una mujer anciana, esta se volvió, las lágrimas se precipitaban por su rostro y pensé en mi cuerpo de camino al suelo, y sonreía, estaba feliz.
-         Aquí se puede respirar, es una bendición esa brisa que entra ¿no cree?
-         Sin duda señora- le dije y me agarró la mano con fuerza.
-         Béseme joven.







 R.I.P / 11S

INCURABLE



Cuando se hicieron cargo de todo desapareció la cerveza, el chocolate y la cocina de autor. Los rascacielos, la pintura, la literatura y todas las artes en general. Los vehículos, las viviendas y todos los templos. Las granjas y los animales de explotación alimenticia, la estación espacial y el trigo, las lechugas y los centros comerciales. Las playas de recreo, los deportes de riesgo y la televisión. Las ciudades, los pueblos, villas y comarcas. Por el contrario permanecieron las fábricas, la música electrónica y la clásica, los satélites, los bosques, la fauna y el curso natural de los ríos... y Marta.

 En apariencia todas parecen humanas aunque la única autentica sea ella. La infancia de Marta es feliz y no le falta de nada, su  mundo es un domo adaptado a una vida idílica y naturalista: cabaña de madera, lago cercano y bosque rebosante de vida. Las matronas cuidan bien de Marta como lo harían unas buenas tías solteronas.

—Algún día me marcharé de aquí. Subiré aquellas montañas y seguiré andando hasta encontrar otras niñas con las que jugar. Estoy cansada de vosotras.

—¿Y quién te cepillará el cabello entonces Marta?- U2124145 dejó que la pequeña se perdiera en sus pensamientos y continuó acariciando la melena, con el rabillo del ojo miró a M U2124100 y se comunicó con ella a un nivel cuántico, las moléculas se condesaron excitadas por los quarcks; estas hicieron mutar las muy abundantes moléculas de oxigeno en el viejo código binario que los receptores de M U2124100 no tardaron en codificar.

«La niña está creciendo muy deprisa» Al instante todas supieron de esto. Los entes virtuales, las conciencias de energía que satelizan el planeta, y las sondas hiperlumínicas que cruzan el espacio camino del gran agujero negro en el centro de la Galaxia. Los humanos modificados que olvidaron que eran humanos, los animales con conciencia, las mutaciones de plasma y el Cerco Alien que mantenía el zoo en activo.

—No eres como yo U 2124145, lo sé. No creces, no te haces grande y siempre tienes la misma cara. ¿Por qué me tenéis encerrada aquí? ¿Crees que nunca podré marcharme, que no puedo escapar?

Se hizo un silencio sepulcral.

—No estas presa Marta te puedes marchar cuando quieras- se pronunció complaciente U 2124145, y le deslizó de nuevo el capillo por la larga melena- pero ¿Dónde iras?¿ donde puedes estar mejor que aquí? -M U2124100 dejó el cuarto de manera apresurada, tenía trabajo por hacer si aún quedaba algo de tiempo.

 —Sabes que te quiero U 2124145, nadie mejor que tú para cuidarme.

U 2124145 se enfrentó a la pequeña y con ambas manos le toco el rostro, si hubiera podido llorar la hubiera hecho.

—De todo lo que me rodea tú eres “lo” mejor.- Ella también parecía emocionada, acarició la mejilla de U 2124145 con sus pequeños dedos hasta que estos llegaron a la orilla del ojo izquierdo, después solo tuvo que presionar fuerte, muy fuerte.

U 2124145 sufrió unos leves espasmos que le recorrieron todo el cuerpo y aún tuvo tiempo de observar, con el ojo sano,  como Marta tiraba al suelo el ojo izquierdo de su cara; por donde metió la mano.

—Holaaa.¿Hay alguien ahí?-Gritó Marta al hueco vacío en la cara de U 2124145.

 

 

La increíble persistencia



  Mary Who se miró en el espejo y diez millones de rostros lo hicieron al mismo tiempo. Todas eran las caras de Mary, diez millones es poca cantidad, parecía que después de todo se avecinaba una agradable jornada de pocas posibilidades cuánticas. Las noticias lo vaticinaron en un parte de media noche y se acostó pensando en ello. En sus sueños Andrés era único, alcanzable y accesible. Se despertó sonriente por esta circunstancia.
Camino del trabajo su cuerpo fluctuaba en una cadencia corta “los pronósticos vuelven a acertar”, pensó.Otra Mary caminó por una ruta más corta, decidió tomar un taxi en un día de lluvia así que esta Mary de paseo en solitario , tranquilo y relajado,se asentó en la silla de recepción del hotel,mala suerte. Las cosas vienen así, siempre han sido así y siempre lo serán.
Hoy Andrés ocupaba un espacio muy pequeño en su mente, “él se marchó sin decir nada, tengo que reconocer que las cosas no andaban bien, Andrés es demasiado libre para atarse a una relación estable” pensaban unos  billones de Marys, estos pensamientos llegaban en pequeñas ondas al cerebro de nuestra Mary, atenuadas por el paso de billones de universos de separación, le producían una leve inconstancia y apunto estuvo de colgar una llave en un cajetín incorrecto de tal manera que no pudo concentrase en su trabajo de manera eficiente, los turistas bajaban las escaleras, se presentaban en la recepción con problemas tontos, y se hizo de tarde, de noche y de madrugada en varios nanosegundos, un jornada laboriosa. Para las personas del Universo Cuántico este es el pan nuestro de cada día, no aprecian diferencia alguna entre ellos y sus infinitos pares, entre el día, la noche o el ayer, viven en una masa constante de cambios y la información se transmite de un individuo a si mismo en otra circunstancia al instante, pues ambos son el mismo. De igual manera viven y tienen constancia del tiempo y el espacio por eso Andrés ocupa un lugar en el corazón de Mary.
Todas las posibilidades son factibles en los familiares  universos cuánticos de Mary, en uno de ellos, todos los humanos vuelan, el vuelo en el universo Megatón 3 3388(“)  es posible, algo relacionado con la gravedad y un artilugio inventado en el siglo IXX, allí también se da una constante, y esta es invariable hasta el momento: “Él se marchó sin decir nada, tengo que reconocer que las cosas no andaban bien, Andrés es demasiado libre para atarse a una relación estable”