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7 de marzo de 2022

Armadillo



 


Anotación en mi cuaderno:

¿Qué es la Cuestión? La misma es un estado de la mente , una filosofía de vida dicen , yo intuyo que más bien de muerte,  por la cual los poderes , el estado , la familias de cualquier tipo o signo y por último el individuo concluyen que somos , la especie humana,  el virus mayor  que la madre Tierra pueda soportar. La Cuestión es renegar de tu especie, de tu humanidad, de ser “yo” y desear con todas tus fuerzas la extinción de la raza humana sobre la faz de la tierra. La Cuestión es el recurso de los cobardes que prefieren matarse a gotas mejor que en una cascada a temor de una infección o una explosión nuclear que acabe con todos.

Entramos en el Parque de Saltos, ella me tomó entonces del brazo y como dos enamorados avanzamos entre las filas de las diferentes atracciones. Saludaba a todo el mundo como si estos fueran conocidos, algunos turistas nos sonrían o levantaban la mano, un ambiente festivo donde no existían los rostros tristes, estaban imbuidos de una felicidad interior que, por supuesto yo no entendía, ese entre otros es uno de los motivos por los que  acudí al parque, no era mi motivación principal la curiosidad.

Una chica en estado de gestación vestía un holgado traje amarillo cuajado de flores rojas, parecían claveles, ella le sonrió y ambas rieron a la par , parecía que se leyeron las mentes, compartieron su felicidad sin mediar palabra hasta que Maureen le acarició la tripa.

— ¿No es maravilloso?- me preguntó Maureen sin esperar respuesta.

—Si- mentí, impertérrito ante los acontecimientos.

—Pasearé un rato hasta llegar al Gran Trampolín- dijo la muchacha tocándose en círculos la barriga- bueno, pasearemos.

—Nosotros dejaremos el Trampolín para el final, solo estamos de visita, queremos ver todas las atracciones.

Continuamos sorteando colas de turistas, al final del día de todos ellos solo algunos indecisos volverían vivos. La Cuestión es un estado mental cuya epifanía puede darse en cualquier etapa de la vida pero de la que pocos escapan yo soy uno de esos, a lo mejor porque mi trabajo me llena lo suficiente.

Al final todas las atracciones consistían en lo mismo: caídas y saltos desde diferentes niveles del acantilado. Hubo un instante en que pude ver como saltaban tres o cuatro al mismo tiempo cogidos de las manos. En el centro del Parque para romper la monotonía de los saltos había una máquina automática de decapitación y varias cabinas de suicidio pero estaban vacías; aquí la gente venía a saltar.

 El Gran Trampolín no estaba concurrido, el sol se ponía y los turistas se marchaban a mejores sitios para dar paso a la velada nocturna para aquellos visitantes que aun no tenían interiorizada la Cuestión pero que sin duda lo harían. Paseaban a donde las luces de colores de los merenderos.

El mar bramaba tempestuoso y algunas gotas de agua salada nos salpicaban difuminadas en una fina niebla, las patrullas de limpieza se afanaban con su labor para dejarlo todo impecable para la nueva jornada, descolgados con arneses quitaban el rojo sangre de las rocas y montaban en sus cestas los restos de los turistas pegados a la misma, en una de ellas me pareció ver un trozo de flor roja impresa en un vestido.

    — ¿Un armadillo dices?

     —Si, un armadillo. Siempre me sentí un armadillo. Cuando recibí información sobre la fauna de pequeña, supe de inmediato que yo no pertenezco a la misma raza que tú. A ver, entiéndeme es mi raza sentida. ¿Cómo puedo sentirme Humana? Tu raza, no tú querido amigo, hablo en general, es despreciable, todos lo saben, es por eso que venimos a este sitio, es por eso de las cabinas de suicidio gratuitas y por eso queremos dejar de existir. Amigo , por tus preguntas veo que no tienes interiorizada la Cuestión.

—Puede ser, siempre pensé que la Cuestión era una maniobra de los poderes para tratar la superpoblación. Puede que no tengas valor para acabar con tu vida y prefieras ser ese animal.

— ¿Piensas eso?- Maureen se acicaló las orejas después de lamerse las manos-puedes entrar en Virtual dentro de unas semanas, te dejaré mi dirección móvil para que me encuentres , me disculparás si no te saludo para entonces seré un armadillo completo, macho para ser exactos, tendrás que buscarme en mi madriguera.

Sonrió de una manera muy dulce y si es bien cierto que durante nuestro paseo por el parque intuí ciertos movimientos que achaqué en principio a tics pero no; Maureen a la que conocía tan solo un par de horas en persona, antes solo en virtual después de unas semanas , se estaba acostumbrando a ser un animal , tenía que apresurarme en hacer mi trabajo.

En ese mágico momento cuando el sol estaba casi oculto entre las aguas podría empujarla un poco y la gravedad haría el resto pero sería ese un acto muy casual. La así entonces por la cintura y ella me ofreció su boca, un gesto muy humano, perfecto.

Cerró los ojos esperando mis labios. Fue entonces cuando saqué la cuchilla , estaba muy afilada. Le rebané la tráquea y la sangre salió provocándole la asfixia. Tomé su cabeza entre mis manos y vi sus ojos que querían vivir, Elegí bien entonces. Otras veces calculaba mal y las victimas se dejaban morir con una sonrisa en la boca enfermas de la Cuestión, esta vez no; Maureen quería vivir. 

En esos segundos de vida al extremo antes de empujar el cadáver a las rocas, Maureen no quería ser un armadillo macho en un mundo virtual, tampoco un despojo de carne en caída al mar desde un acantilado; ella quería ser la humana Maureen durante unos segundos, unos minutos o toda una vida. Mi trabajo estaba a punto de concluir, sepan que yo no mato armadillos, les saco la vida a personas. No me llamen asesino, soy un humanista.


13 de abril de 2017

El último hombre bueno









  El vendedor me miraba sonriente mientras mascaba un enorme puro, el humo le salía por ambas comisuras en una suerte de malabarismo bucal que me tenía hipnotizado. Empecé a sudar, solo un poco, era una primavera audaz, finales de marzo y corría cierto fresco.
—¿Algún problema  sr.? No tenga prisa, es normal que no lleve toda esa pasta en efectivo, a no ser que sea un corredor de apuestas, ¿no lo es?…¿verdad? Odio a esos tipos, no sería yo el único santo de este jodido paraje que no juega pero a cosas de hombres, cartas y eso no esa mierda de peleles montados a caballo, que me cuelguen dos veces, una de ellas de mis santas partes si entiendo de esa mierda.
¡Caray sr. Thomson! busque en el bolsillo de la chaqueta ahí  llevan los de su clase el talonario. A mi me vale uno de esos, no soy remilgado.
 Efectivamente como me indicó el vendedor  en el bolsillo derecho estaba el talonario.
 Firmé por el importe, añadí un tres por ciento para aquel tipo decente, todo lo que puede serlo un vendedor de coches en los años cincuenta del siglo pasado. Me llenó el deposito hasta arriba, también me dejó una caja de cervezas en el maletero, estuvimos hablando el día antes sobre la calidad de la misma en aquella zona desprovista de otra bebida que no fuese agua turbia y Old Mountain, la cerveza local, de un lugar plano como la palma de mi mano. Al momento supe que lo había encontrado.
 Esa misma tarde nos emborrachamos en el único bar de Compromiso, allí el vendedor era un cliente muy popular. Su esposa era abstemia   por religión lo que le hacía a él casi abstemio, en ese estrecho margen nos encontrábamos. Me habló de sus hijos uno de ellos “un salvaje de cuidado”  el otro con posibilidades de “sentar el trasero en la universidad”, el salvaje resultó ser un mozalbete ataviado de granjero que nos recogió en la pick up junto a dos cariñosos dobermans, donde dormimos la mona en la parte trasera hasta llegar aun granero allí me despacharon para seguir durmiendo.
La señora May nos preparó el desayuno con resignación. No tuvo reproches para su marido salvo alguna mirada desvalida.
—Es como un crío, no me importa que se lo pase bien de vez en cuando, se lo merece. El alcohol destrozó a mi padre y a mi abuelo, compréndame.
—Le pido disculpas señora. La verdad es que…
—No diga nada, siéntese y coma.
 Eso hice y bien que mereció la pena. Henry se marchó a la tienda temprano, así que me encontraba en la cocina con la Sra. May y “el salvaje” que no abrió la boca en todo el rato, se limitaba a observar desde fuera por la ventana, agazapado, dispuesto a dejarme listo si se me ocurría alguna tontería con la sra. May.
—Se ve que la quiere con locura- señalé al chico con un delicioso bollito.
—Habla poco pero es trabajador. Él y Henry no se llevan muy bien pero dígale algo fuera de tono al vendedor de coches y lo tendrá encima de su espalda, no lo dude.
Mi marido dice que es usted contable.
—Así es señora, entre otras cosas.
—La tienda no marcha bien sr. Thomson, estamos ahogados en deudas. Pedimos un préstamo para la universidad del chico, Henry dice que es la única manera de hacerlo escapar de aquí. Esas cosas no se cuentan en el bar de Joe, y ni siquiera sé por que lo hago yo ahora ante un desconocido.
¿Le importaría enseñarme algunos libros de cuentas? Puedo darle algunos consejos.
Durante la mañana la Sra. May estuvo trayendo Old Mountains, creo que fue a comprarlas sabiendo de su desprecio por el alcohol  y libros de albaranes a partes iguales, al medio día ya tenía un plan de escape para la familia de Henry más o menos aceptable. ¿Por qué me tomé esta molestia? No sabría explicarlo. Añoro el contacto humano, es lo menos que puedo hacer por un hombre decente, aunque para encontrarlo tuve que llegar hasta aquí.

Enfilé el Mustang color azul, casi celeste, hacia la calle principal, más allá de ese punto se desparramaba la incógnita. Tonteé un poco con el dial de la radio, me topé con Jerry Lee Lewis esperando un meteoro que destrozara su piano.
—Y no olvide tomarse una a mi salud- gritó el vendedor. Por el retrovisor pude ver como le salía el humo de nuevo por las comisuras de la boca en una cara no muy alegre- no sé hasta cuanto volveré a vivir- señaló para arriba.

 Un último vistazo al espejo me hizo ver como Henry desaparecía en una nube, no de humo, si no de píxeles. Difuminados, fueron movidos, como polvo de colores por la brisa de marzo;  La Simulación  es ahorrativa.
¿Para qué mantener Compromiso, a la sra. May, a sus hijos, Henry y las Old Mountains si ya no se encuentran en mi campo de actuación?
 Al fin y al cabo yo no he estado en mi vida en los Estados Unidos de América y conozco algo del modo de vida de hace un siglo por las películas. 
Cuando empecé el tratamiento el psiquiatra lo explicó muy bien : "un Mustang azul , grandes carreteras, pueblos y ciudades; concretando , vidas  para que interactúe con ellas y espero por su bien que  encontrar   a un buen hombre sea más fácil para usted que  en este   lado"





28 de octubre de 2016

Antropofobia




 C no paró de hablar durante el trayecto. Su memoria estaba repleta de datos, no teníamos pruebas contra el sospechoso pero las estadísticas no fallan. C es experto en esquemas estocásticos y estos apuntaban a Andrade.
 -¿Irás a la fiesta de despedida del sargento?- me preguntó mientras conducía. Los limpiaparabrisas apenas cumplían su función, montañitas de nieve se acumulaban sobre ellos a cada instante.
-         No Charly, es mejor así, ya sabes…
-         Yo voy a ir.
-         Que te diviertas.
-         ¿Has dejado el tratamiento?
-         Eso no te incumbe Charly. Me cansas con tu paternalismo.
-         “La imitación es el primer paso para alcanzar al maestro”.
Un collar para perros le ceñía el cuello, estaba desnuda de cintura para arriba, no tenía zapatos y la nieve de la calle le mojaba los pies. Nos miró desde su pequeña altura y puedo jurar que cada pestañeo era una plegaria para que acabáramos con su vida.
- Síganme, el señor Andrade les espera en el salón.- La espalda estaba marcada con antiguas cicatrices de latigazos.
El pasillo, flanqueado por reproducciones del Jardín de las Delicias del Bosco, nos llevó a la blancura del comedor donde Andrade nos esperaba.
-         Tomen asiento, caballeros.
-         Preferimos permanecer de pie, gracias.
-         ¿También habla por su compañero?
-         Charly es una máquina, no le importa.
-         OH, claro lo imaginaba. Espero que todos los documentos estén en regla.
  La niña se arrodilló al lado de Andrade. Se quedó allí, postrada como un perro.
Andrade era enjuto como esqueleto, seco como una pasa y le cubría una túnica rosada tan incongruente como unos ojos de muñeca pinchados en una cara de pergamino.
Aguanté las nauseas que me producía este tipo. La primera persona que trataba en un año y tenía que ser un asqueroso pedófilo.
La estocasticidad se ha demostrado como una técnica infalible, para nosotros Andrade estaba rondando el mármol del juzgado. Solo necesitábamos pruebas nada más (y nada menos) y el paradero de los infantes a los que dábamos por muertos.
-         Se trata de una comprobación rutinaria.- Tomó la palabra Charly aunque Andrade lo ignoraba.
-         Pueden mirar donde quieran. Realizar análisis y exámenes a cada empleado.
-         Esclavos.- Rectifiqué.
-         Lo que quiera, son máquinas solo eso, máquinas.
-         Prefiero hablar con usted.
Charly curioseó entre las vitrinas mientras Andrade lo seguía con la vista. Temía que mi compañero dejara caer algo o que el solo tacto de sus dedos infectara los trofeos.
-         El caso es que desde el lunes pasado dos niños no duermen en sus camas, esos hermanos viven en este barrio, justo un par de manzanas más allá.
Aparté las pesadas cortinas del salón, pude atisbar cuerpos desnudos con la cabeza rapada: la reserva de Andrade.
-         Agente…
-         Pascal.
-         Pascal, si... Puede consultar mi expediente. Nunca he matado o abusado de manera sexual de un ser humano, mi enfermedad fue descubierta a tiempo y como puede comprobar continúo en tratamiento, con seguridad para el resto de mis días.
-         Usted no es un enfermo Andrade.
-         Puede engañarse con eso si quiere. Soberbio espécimen ese que le acompaña seguro que el departamento de policía no tendría reparos en aceptar una bonita suma por él. Ya se sabe lo bajos que son sus sueldos.
Charly tomó a Andrade por el brazo  todo lo suave que pudo, teniendo en cuenta que puede ejercer una presión de unos cientos de kilos.
-         LE RECUERDO QUE SOY UN AGENTE ESTATAL SEÑOR, CUIDE SUS FORMAS- le recriminó C con su voz más profunda.
-          ¡Dígale que me suelte Pascal! Me va a romper el brazo- chilló histérico el degenerado.
-         Dígaselo usted.
-         Suélteme, por, por, favor- tartamudeó.
Charly le liberó y le ajustó la túnica, también le quitó un par de motas de polvo inexistentes, después me guiñó un ojo.
 Andrade se recompuso, caminó despacio hasta la ventana. Fuera los esclavos suministrados por el estado vagaban desnudos en la nieve.
-         ¿Le disgusta el olor de la carne humana? Yo estoy ansioso cada día por poseerla,  sin embargo usted reniega de ella, se rodea de máquinas. Entiéndame agente soy un humanista.
-         Es un cínico, antes o después tendremos pruebas de sus crímenes, es mejor a cortar todo el proceso.
-         Una visita rutinaria me dijo su compañero, las máquinas mienten mal Pascal. Nunca le diría donde están los cuerpos, disfrutaría en mi celda como nunca imaginando su cara, recreándome en su angustia por encontrar aquello que le repugna. Le conozco bien, tengo acceso a mucha información.
-         ¡Donde los guarda!
-         ¿De verdad le importa?
Como el que hace garabatos en un papel mientras piensa algo coherente para decir Andrade pateó a su esclava con desgana. Esta se quejaba de una forma blanda. No vi lágrimas, las máquinas no pueden llorar. Andrade  se empezó a excitar.
-         Esto es una máquina Pascal- resollaba con el esfuerzo de astillar cada costilla de aquella desgraciada- pero a usted le duele más que si fuese un humano, ¿no es cierto?
-         ¡Déjela ya!
Le puso el pie a la niña sobre la cabeza, apretaba para hacerla crujir contra el suelo, hilillos de sangre (muy conseguida, de textura pesada) borboteaban de los oídos de su victima.
 Los niños esclavos/máquinas se arremolinaban curiosos manchados de copos de nieve, las manos apretadas sobre el cristal. Tiré con fuerza del arma sujeta al costado y la enfilé apuntando su cabeza.
-         ¡Suéltela! Voy a disparar si no lo hace.
-         Sigo mi tratamiento agente.
Amartilla el revólver, le ordené a mi cerebro.
Cayó como un trozo de madera vieja, carcomida y porosa, creí  que flotaba antes de tocar el suelo. Muy extraño. Pues mi dedo permanecía congelado a un milímetro del gatillo. Me abalancé sobre aquel despojo de persona dispuesto a reanimarlo. Le tomé la cabeza soportando el asco que me producía esta situación. Andrade me miraba sin pestañear.



-         ¡No te mueras todavía hijo de puta!, dime donde están los niños, ¡Habla joder!
Acto seguido me  estampó un beso en los labios antes de exhalar.
Charly me tocó el hombro para que me volviera. En su mano derecha el revólver humeaba. C no está autorizado a portar armas así que supuse que la había tomado de la vitrina de los trofeos.
-         Te desmontarán C.
-         Lo sé. Siento no poder ir a la fiesta del sargento- me guiñó un ojo; su gesto especial de que todo está bien.
-         ¿Sabes lo que has hecho Charly? No tiene lógica.
-         La imitación es el primer paso para alcanzar al maestro.
 Fuera, en el patio, los maniquíes retrocedieron sin apartar la vista de nosotros.
Se ocultaron entre un remolino de nieve espoleado por la ventisca, dos de ellos quedaron pegados al cristal; estaban llorando.
Andrade se suicidó(al fin y al cabo no mató a nadie en toda su vida) yo fui el confesor y Charly el cilicio que espió sus virtuales pecados.
 C era mas persona que yo. Para acabar con la vida de un ser humano, sin ganar nada a cambio relacionado con la supervivencia,  tienes que ser otro humano, así funciona la cosa. Ni aún las máquinas, ahora lo sé, tienen redención.
 Después de lo acontecido he perdido de forma perenne el contacto con todos.
¿Que somos? ¿Qué soy yo? Un sistema  autónomo, artificial, construido por mi mismo en base al resentimiento a  una especie que  asesina y tortura sin otro interés que su placer;  sin duda soy el mal.





25 de octubre de 2016

SPAM


  José Temprado se ajustó la corbata negra, atusó la chaqueta oscura de autentico pelo imitación de búfalo y se acordonó los zapatos de un reluciente charol azabache. Cuando se miró en el espejo le vino a la cabeza Gregor Samsa en versión insecto, si la cucaracha tuviera que ir al  funeral  de su mejor amigo, como era el caso…en verano.
 《de puta madre, ya estoy sudando》le dijo a su imagen en el espejo.
 Cerró la puerta del apartamento cuando una llamada irrumpió en su cabeza.
—Buenas tardes, ¿hablo con el titular de la línea?
—Disculpe señora pero no es el momento, voy a un funeral y como comprenderá…
—Cierto, como pude no haber caído. Siento lo de su amigo el sr. Berttini, pero usted es fuerte sr. Temparado, lo superará.
—¿Cómo sabe eso?
 Yo lo sé todo sobre usted Don José: está soltero por voluntad propia, no le gustan los niños ni los gatos, es usted muy frugal con la comida Don José, espartano si me permite la opinión. También es algo deslenguado por que le hace parecer un poco rebelde, ¿resentido tal vez?
 Temprado se llamó gilipollas  un par de veces por tomar aquella estúpida decisión de instalarse el Terminal dentro de su cuerpo, ahora era un borrego como todos los demás. Mientras conducía la verborrea era imparable.
—¿Conoce nuestro nuevo paquete de productos sr. Temprado?  
—Dígamelo usted que lo sabe todo de mí.
—Que simpático Don José. Si señor, lo sé todo. Pues por eso precisamente le he llamado. Ahora si contrata una nueva línea le saldrán gratis los mensajes de mente. ¿No es increíble? Todos los MM gratis.   
—Para que cojones quiero otra línea, vivo solo como bien sabe. Oiga de verdad que no es el momento estoy llegando al Tanatorio, llame en otra ocasión.
—Es muy buena oferta Don José, no la deje pasar…
 La voz siguió durante todo el funeral, continuó en la cafetería y prosiguió cuando José rozaba la mejilla de la viuda, su amor de toda la vida que Berttini le arrebató. Algo quedaba después de “aquello”, lo sabía,  cuando su amigo tuvo que ausentarse por negocios. Otro caluroso verano pero al contrario que ahora José fue feliz. Dejó los colores oscuros de sus ropas, rieron, se emborracharon y  se bañaron desnudos en la playa, la luna brillaba fuerte y el  se comportaba como si tuviera un futuro.
 Clarisa lo miró de manera difusa.
—Clara-como solía llamarla en la intimidad-  yo...      
—Ahora no José, no me llames así.
—Del veinte o del treinta y a veces del cincuenta, todo depende del volumen de llamadas…- La machacante voz de aquella mujer seguía en su cabeza y al parecer había elevado el volumen-.Don José ahora es el momento y Clarisa se lo agradecerá, cuando vivan juntos (aunque no me fío de ella lo suficiente) un poco más adelante, ahora esta reciente la cosa, usted la estará esperando con una línea gratis y un descuento importante en un Terminal Interior como el suyo. Le advierto que Clarisa es de otra compañía pero eso no es problema usted la puede convencer…
—¡Cállate, maldita sea!
—¡José! Por favor- exclamó Clarisa- , no me grites ¿Qué te ocurre?                —No, no eres tú Clarisa, es esta cosa; un T I, no para de hablarme y me tiene loco.
—Yo tengo otro y me es muy útil ¿como  es que no bloqueaste las llamadas comerciales de la compañía?, lo dicen bien claro en las instrucciones, ahora tienes que aguantarte. No piensas las cosas José, siempre te pasa igual, llegas tarde a todo.
—Pero Clara.
—¡Que no me llames así! y menos en el funeral de tu amigo.
—Al que tú le pusiste los cuernos por cierto.
—Vete a la mierda José.    
—No se quede callado Don José replíquele a esa traidora que lleva años sin cambiar de compañía, usted merece más que esos desprecios- metió baza en la discusión la operadora.
Temprado, descolocado por los acontecimientos se quedó petrificado apoyado en la barra de la cafetería.  Todos los asistentes se marcharon menos la operadora.
—En Ciudad de Vacaciones Joven Marino y las copas GRA-TIS ¿Qué me dice?                          —¿Cómo te llamas?
   
Por primera vez la teleoperadora parecía no saber que decir.
—¡Qué como te llamas joder! Todas las tele operadoras se presentan tu no lo has hecho. Dime tu  nombre.
—No creo que le interese Don José, le habla la compañía Rocktell de manera directa, una gran compañía a su servicio.           
—¡Al carajo Rocktell! Soy un cliente y quiero saberlo.             
—Esta bien…Vibo Tell  999.
—¿Qué mierdas de nombre es ese?
—El mío.- El tono de voz de la tele operadora se tornaba mas personal y menos comercial o eso le pareció a José.
—¿Eres un puto programa?            —Si a lo segundo y no a lo primero, no sea descortés por favor. A todos los efectos y para el uso que se me da soy tan humana como usted Don José. Y  esta conversación se sale de los esquemas del marketing comercial, por lo que sigo comentándole las ofertas para los próximos cinco meses, toda una primicia.
José salió deprisa de la cafetería, manejó el vehículo como un conductor de rally hasta que llegó al apartamento. Buscó las instrucciones del Terminal que estaban encima de la cama (que no usaba desde hacía semanas, dormía en el sofá) allí leyó, como victima de paludismo; febril y tembloroso, las instrucciones. En su cabeza Vibo  le hacia saber las bondades de un sofá ergonómico pensado especialmente para sus cervicales dañadas. En el apéndice tercero estaba la solución: “si en su momento no activó el bloqueo comercial tendrá que pagar un plus mensual” ¡Que hijos de puta! ¡Cabrones todos!
Gritó José pero aliviado de todas formas al saber la solución a su problema.
—Vibo o como te llames pásame con Rocktell ahora mismo.
—Don José, ¿quiere prescindir de mis servicios?- ¿Intuyó cierto pesar de corazón en esa voz? , se sorprendió José al pensar en eso- lo lamento, le puedo ser de mucha ayuda.
—¡Que me pongas coño!
 Al otro lado de su cabeza escuchó la musiquita de espera de Rocktell. Sentado en la cama recordó el rostro infantil de Clarisa sombreado por una redecilla negra, sus firmes piernas ajustadas en medias y el desprecio en su voz. A su mente vino Berttini, su único amigo ahora fallecido que se reía en su cara desde la cueva del crematorio. La música de ascensor continuaba. Vibo no decía nada por primera vez en la mañana.
— ¿Vibo?
—¿Señor Temprado?       — ¿Qué películas me gustan?
—¡OH! Le gustan las viejas películas de ciencia ficción, el cine clásico de finales del XX, todas están en nuestra tienda  para su disfrute.
— ¿Si tuviera que encontrar pareja como sería?
—Es más sentimental de lo que parece Don José, necesita una pareja que le entienda y que no se parezca a usted en nada.- De nuevo notó, y esta vez sin duda alguna, una cadencia en la voz de la operadora muy poco comercial.
José se quedó tumbado en la cama. El dormitorio en penumbras,  el ronroneo de la ciudad tras las ventanas, la música de ascensor de los caros en la cabeza, el arrullo del aparato de ventilación, la voz de Vibo.


                                 Relato ganador III Convocatoria Relatos Cortos Ciencia Ficción



4 de mayo de 2016

El olvido

Vendo vehículos usados, igual que hacía antes de Mic. He vendido seguros de vida, libros de dianética, frigoríficos, acciones, biblias, juguetes para adultos, sexo por encargo y comida enlatada. He vendido casi todo lo que se puede vender, incluida mi persona…también vendí a Maureen.
 Ahora solo hay cantinas.Los bares no están prohibidos pero todo aquel que frecuente uno es sospechoso de traición a Mic, eso piensan los humanos, a Mic le importa un carajo.La mayoría de los rumores sobre él son inventos  del inconciente colectivo, es el cerebro asustado y contrahecho de  la humanidad el que nos hace sospechar turbias acciones de Mic sobre todos nosotros…yo creo en todas de una manera febril.
 Las vacaciones pagadas en verano, la Navidad; fiestas que a las máquinas les importan un comino. Un misterio, tan insondable como nuestra supervivencia.
 De igual manera incomprensible sostienen un sistema capitalista de bajo nivel en todo el planeta, es por eso por lo que las maquinas mantienen las fotocopiadoras, ¡los faxes!, los televisores catódicos y los programas de televisión de niños cantantes; odio a Mic, no saben cuanto puedo llegar a odiarlo.
—Cuénteme algo de Maureen.
—Lo sabe todo de Maureen doctor.
—Pero quiero que usted lo haga. Sr. Stud.
—Puede llamarme Ronaldo como todo el mundo. Mi Madre era la única que me llamaba así. Lo hace aposta, está bien no me importa, ya casi nada me afecta. Como sabe doctor,Maureen murió con la mitad de la población del planeta a causa del virus. Mic fue así de bondadoso con la humanidad. Nos libró de la superpoblación, recuperó el clima, especies casi extintas y mantuvo al mismo tiempo el capitalismo de hace cincuenta años sin sus funestos efectos secundarios ¿Qué más se puede pedir?...bueno por pedir que no quede, yo acabaría con las rancheras, los mariachis y los niños cantores de concursos televisivos pero eso es demasiado para Mic.
-¿Sabe que ahora además de cantar cocinan suculentos platos de prestigiosos chefs. Todo dentro del mismo concurso, es entrañable.
 Tomé este ataque descarado de publicidad pineal por parte de mi psiquiatra como una sucia maniobra de Mic, controla todo lo controlable, incluida mi visita semanal al doctor Ramírez.
En este anuncio que encontré en la mañana, antes de la primera copa, lo dice bien claro: SE NECESITA AGENTE DE VENTAS PARA IMPORTANTE EMPRESA, AVALADA POR MIC EN PERSONA, BUENA PRESENCIA…Y BLA, BLA, BLA. PROCESO DE SELECCIÓN MUY RIGUROSO. Soy yo, sin duda, el candidato ideal, así que me encamino a copar el puesto y dejar el derrumbe para otro menos meticuloso.
Un tipo se me ha adelantado, se podría decir que es una alma gemela, otro vendedor, yo diría que de fotocopiadoras, se le escurre el toner por entre las mangas, son inconfundibles. 
 Avalado por Mic en persona. Tiene gracia…en persona.
—Mic tiene de persona lo que yo de abstemio, ¿una copa compadre? Así hacemos tiempo.
“El Olvido Mariachi”  un lugar como tantos otros, una patética cantina donde esperar, mi dichosa manía de llegar siempre media hora antes.
Por entre los víseles del Olvido la captación pineal  me escuece los ojos: “COLONICE LA UNDECIMA DIMENSIÓN, ESCAPE DE LA TIERRA, SEA HUMANO” siempre llevo a mano una buena cantidad de duerme bien en el bolsillo interior de la chaqueta para evadirme del acoso pineal de Mic(solo para eso)me digo a mi mismo cuando sé que no es verdad.  Desconozco de lo que está compuesto el duerme bien así que sugiero como sustancia adictiva el tequila, mi segunda debilidad, digamos que el duerme bien es un complemento.
 Altavoces escondidos  entre matas de cactus de plástico nos martillean los oídos con el cántico de Jorge Negrete, en el televisor un adulto en cuerpo de niño intenta cocinar para deleite de sus horrendos padres y el resto de parroquianos. 
Es mejor que deje la botella- le ordené al mesero mientras mantenía la caja de duerme bien agarrada. 
Buena idea compadre.
  El tipo está un poco desquiciado. Mira de un lado a otro no es capaz de mantenerse quieto en la silla, me observa de reojo con una inquietante sonrisa de medio lado.Me cae bien. En un momento dado, cuando fantaseábamos con la posibilidad de desconectar a Mic, me mira fijamente, por primera vez en toda la conversación.
—¿Cree que nos escucha? ¿De verdad lo cree?
—Mic lo escucha todo, lo ve todo y no le importamos en absoluto.
A estas alturas la entrevista de trabajo nos trae sin cuidado, la botella de Tequila está medio vacía, como mi  vida, como la de este tunante. Me arrimé a los labios un par de duerme bien y los tragué de golpe.
—Mire Stud. ¿Que me diría si le cuento que sé de buena tinta las intenciones de Mic?
—No me haga reír. Lo pondré a prueba.
—Hágalo.
—¿Por qué Mic nos tortura con esta música del demonio? Es muy fácil y nada complicado para usted que todo lo sabe de nuestro Dios. No recuerdo oír otra cosa desde la gran epidemia.
—¿No le gustan las rancheras?
Estoy a punto de machacar la cabeza de este hombre pero quiero saber hasta que nivel llega su locura.
—NO.
—Mic cree que asienta el espíritu y prepara el cuerpo.
—¿Para que? ¿Nuestro funeral?
—Para la vida salvaje por supuesto. Fuera de estas paredes de hormigón.
—Si de lo que habla son las colonias de azufre en la atmósfera de Venus o el infierno de Marte solo tiene que cambiar el hormigón por planchas de acero; el interior de un carguero espacial o un domo presurizado.
 El tipo sigue mirando de un lado a otro. Toma el resto de la botella de tequila a gañote. Me devuelve la mirada de nuevo y saca una foto de esas instantáneas de hace cincuenta años con la banda blanca abajo (otra gracia de Mic) donde hay escrito algo ininteligible.
—Mire esto.
Veo un paisaje árido lleno de casas blancas, amplias y robustas, un caballo pace tranquilo, al fondo una hacienda, no se aprecia muy bien pero los bultos marrones diría que son reses,  todo enmarcado por varios cactus…azules.
Permanece en silencio, con esa sonrisa desquiciante ladeada, la corbata floja, el cabello alborotado de tanto manosearlo.
—¿Qué me dices Ronaldo , ¿Lo dejarías todo para venirte aquí?
—¿Ha montado todo esto solo para ofertarme otra vida?
El tipo asintió de manera exagerada como los niños. Quiero veros allí. Me preocupáis, te juro que me preocupáis Ronaldo. Esto está a miles de años luz. He dado con la clave ¿sabes? La de los viajes espaciales. ¿No es increíble?
—Lo increíble es que después de masacrar a tres cuartas partes de la humanidad con un virus tengas el valor de proponerme tal cosa…máquina.
—No, solo viste como los camiones se llevaban los cuerpos para su incineración. ¡Pero están vivos Stud! ¡Vivos! Te esperan allí compadre. Me tengo ir Stud.
 El vendedor de fotocopiadoras se marcha despacio y deja un puñado de fotos “Polaroids” dobladas encima de la mesa. Las paso como un manojo de naipes, al poco me topo con el rostro sonriente de Maureen, cubierta a medias su cara por la sombra de un sombrero charro, en el espacio en  blanco de más abajo una nota...

24 de diciembre de 2015

IMPERIO



“Las consecuencias de adherirse demasiado estrechamente a un pasado inventado o distorsionado pueden llevar con facilidad al desastre

John Elliot.



“Un solo hombre puede cambiar el destino de la humanidad”
Lema de “El Ángel exterminador” atribuida a los anarquistas.


 Si lee esto y las cosas no son como las cuento es posible que usted no exista.
Podría seguir viajando de una Sincronía a otra y no morir nunca  pero me quedé en esta. Supongo que O´conor tuvo mucho que ver. Él es nativo; un irlandés de pura sangre nacido y criado en este Instante y por tanto el traslado es inviable. Lo reclutaron al mismo tiempo que yo arribé, nos emparejaron en los habituales grupos de trabajo: dirección  y ejecución; puedo afirmar que es el mejor ejecutor que he conocido, también el mejor amante. No podría desprenderme del viejo irlandés nunca.
 Algunos compañeros entrañables dejaran de estar en mi cabeza pronto: Lázaro en Jerusalén, Dari en escocia o mi mentor Petrónio en Bizancio: su cuerpo descansará por siempre a los pies de Santa Sofía victima del Ángel.
Los recuerdos de todos ellos se borraran en mi cerebro de manera difusa, una mañana despertaré en brazos de O´conor y ya no significaran nada para mi. Tan solo la causa, eso nunca se olvida.
 Una vez oí que el imperio se descompuso. Contaron, en aquel remoto lugar perdido en un futuro incierto, que todo empezó cuando José I de España murió exiliado en los estados del Norte de la Unión Norteamericana, el pobre José no fue aceptado por los españoles, triste y melancólico terminó sus días en aquellas tierras como un extraño hacendado, un francés curioso y nuestra graciosa majestad doña Zenaïde Laetitia Julie Bonaparte no pasó de ser una joven exótica casadera de algún político de Washington, con el tiempo los Estados del Sur, La Comunión Real,  iniciaron una guerra sin Rey  por que Fernando VII hacía mucho que descansaba en los infiernos y sus descendientes gobernaron España hacia el desastre…¿ocurrió? Tal vez sea un sueño de Arquitecto , un error en la matriz de la Sincronía puesto que lo recuerdo, a efectos prácticos no solo no me interesa , tampoco ha existido ni lo hará ; seríamos poco eficaces entonces.
Recibía las consignas y las cumplía, eso era antes, ahora no, O´conor y yo trabajamos por libre, parece que no les importa.
El Ángel Exterminador nos seguía muy de cerca, el legado del Santo Oficio y su brazo sicario, esto es,  traducido, las fuerzas ocultas que mueven el otro lado del mundo. Sabedores de la Sincronía y cuyos designios desconocemos, es el enemigo, es el mal, no necesitamos saber más. El mundo se nos quedaba pequeño cuando recibimos una consigna que nos envió al Sur de Europa.
“El Imperio es grande, Europa vieja, Sevilla inmutable”
La Capital administrativa del Reinado Universal  se desgastaba en perpetua decadencia como antes de marcharme. Las cafeterías cerraban muy tarde y las calles bullían de gentes de un lado a otro de la Sierpes engalanada a sus flancos con banderas imperiales con motivo de la Exposición Universal. Criollos bravucones se pavoneaban vestidos de lino blanco y lazo al cuello, la cartera rebosante y una escasa vergüenza ante el paso de una dama sin compañía. Tenía la cabeza demasiado atorada de responsabilidades como para preocuparme por eso.
 La policía patrullaba a caballo, los niños acariciaban  las bestias bajo la mirada paternalista de los agentes, algunas palomas buscaban un hueco que las protegiera del calor, los mayores se asomaban a las puertas de las tabernas con los vasos de vino en la mano, un regreso al pasado, la ciudad donde se administra la economía de un imperio allá donde  no se pone el sol se mantenía congelada en el siglo pasado y a todos les parecía bien. En poco tiempo la pujante Buenos aires le tomará el relevo y esta ciudad quedará como santuario de una gloria pasada. La Avenida Bonaparte es un embudo donde confluyen carruajes y vehículos de locomoción ligera, el tranvía es un toro de acero que todos esquivan, el calor es insoportable, abro el parasol, ridículo pero útil, con la cara tapada entre encajes me abro paso hasta llegar a la catedral y su imponente torre. Después de tanto y aún sabiendo su verdadera historia me sigue encogiendo el corazón.
 La casa de Indias es un venerable museo, antigua lonja de pescaderos, estudio de pintura de Murillo, cerebro de todo lo que se marchó, administrador de lo que vino, más parecido a un templo que a otra cosa. Un pequeño jardín a la entrada hace de recepción natural. Flanqueado por estatuas de mastines, leones y águilas imperiales se encontraba el hombre sentado en un banco de mármol.


—¿Sorprendida?- el Gobernador de Cuba es alto, una abultada cabeza tolteca o más bien vasca tocada con  bombín, gafas minúsculas apoyadas en una nariz ganchuda, piel de cobre en sus manos y bastón de nácar. Un hombre atractivo, rebosante de carisma…un rebelde.
—No mucho más que usted gobernador al tener una mujer delante.
—Querida dama es cierto que esperaba a un caballero pero no me juzgue de esa manera fugaz, soy un hombre de mente abierta, un liberal como llaman por acá.
Tomé asiento y hablamos de lo que teníamos que hablar.
—De la Cierva,- hizo hincapié en el apellido como si mi presencia no significara nada tan solo mis antepasados, ficticios por otra parte.
Se gana la vida como doble agente desde siempre, es muy consecuente que si la corte llega a enterarse se verá en un pelotón de fusilamiento y aún así decide seguir en esta tierra de nadie ¿le compensa el dinero que ganará en esta operación? O puede que sea una amante del riesgo, como del opio ¿no es más cierto? Algo de lo cual no pude prescindir.
El ruido de los carruajes por entre la calle empedrada nos hizo callar, los visitantes de camino a la Gran Exposición Iberoamericana corrieron para agolparse a las puertas del Hotel Regina, a pocos metros la guardia Real formaba una barrera infranqueable. Inicié la negociación no disponía de mucho tiempo.
—Tengo un nombre que me vuela en la cabeza. El nombre de un buque de guerra.
—¿Qué quiere saber?, ¿Qué gana usted en todo esto?
—Se prepara una atentado por parte de los Norte americanos, quieren achacar el incidente a la Corona. Queremos saber cuando para poder evitarlo. No gano nada excelencia, queremos evitar muertes innecesarias, una guerra fraticida.
—Lo que quieren evitar es la pérdida de las posesiones en ultramar, las colonias. ¿Es consciente con quien habla? Se le ocurre proponerme eso a mí, un rebelde.
—Nos estamos haciendo demasiadas preguntas y no concretamos. De todas las maneras le haré la última y definitiva ¿que clase de amo prefiere que le azote con el látigo? Los norte americanos no se marcharan, me consta, quieren la isla para ellos.
—Igual que ustedes.
Mientras hablo con este hombre soy capaz de dividir mis pensamientos. Si él no acepta es fácil imaginar como se desarrollaran los hechos. Estoy entrenada para tal fin. La Unión Norteamericana está controlada por el Ángel Exterminador, se harán con la isla, estando el Imperio debilitado por las guerras euroasiáticas le costara iniciar una nueva batalla en el pacifico y si es así la perderá. En pocos lustros el Imperio se desangrará con el apoyo de las provincias americanas envueltas en un falso tufo de libertad para convertirse en estados vasallos. Incluso si el gobernador acepta la amenaza seguirá siendo viable por eso necesitamos establecer contacto con la Royal Communion, pero esa es otra historia, para la que se tendrán que mover tantos hilos que se me pierde en la cabeza, imaginar un matrimonio Borbón / Bonaparte me causa vértigo.
—¡Maldita sea no lo entiende! Ya la tenemos ¡es parte del Imperio! Luchen por  sus libertades, es lo que deseamos. ¡Me dedico a eso por todos los demonios!
Señor usted no sabe como se mueven los hilos. Somos peones de intereses muy elevados que casi desconocemos, esta es una guerra secreta, el mundo se divide en dos bandos y tiene que tomar partido por el bando adecuado.
—Que patrañas me esta contando. Creí que intercambiaría información con una confidente no con una desequilibrada.
—Si acepta obtendrá más detalles y dejará de pensar que esto es una fantasía.
—Una organización libre ¿Cómo de libre? ¿Acaso no son súbditos de la corona? ¿De los Británicos o de los Eslavos? Siempre hay un jefe señora.
—Mire allí. Justo en las puertas del Hotel Regina donde se arremolina la multitud para ver al Rey, en la balaustrada hay un hombre vestido a la inglesa.- le hice una señal a O´Conor, este abrió el gabán  para mostrar el arma, desconocida para todo el mundo salvo por la organización: disponía de mira, recarga automática y un silenciador, pese a lo extraño de la misma el gobernador no pudo obviar de lo que se trataba. O'Conor apuntó justo cuando el Rey saludaba al salir. Un trozo de piedra salió disparado de la balaustrada del portal a escasos centímetros de la cabeza del monarca, nadie se percató de lo sucedido salvo nosotros y por supuesto O'Conor que sonreía tras las gafas ahumadas. Este truco del arma fuera de tiempo nunca falla. El gobernador se encontraba rendido a mis pies.
—Si les cuento lo que sé me mataran. Los peones no les sirven una vez sacrificados.
—Pero usted, Gobernador, no es un peón cualquiera y su hijo menos aún.-.El rostro de aquel hombre quedó transfigurado en una mascara horrible.
—¿Qué ocurre con mi hijo? El está fuera de cualquier trama política, de las guerras, de todo esto.
—¿Pretende engañarme? Lo entiendo ¿Qué no haría un padre por su hijo? Él  controla la insurgencias de las provincias. Es joven pero noble y su causa no es tan injusta como pueda parecernos.
Tiene que convencerlo, retornarlo al Imperio. Luchar contra los designios de los anglos y los eslavos, que también son victimas.- Recé para que el Ángel Exterminador no hubiera contactado con el joven antes que nosotros.
—No querrá.
- Sé que su propia vida poco le importa. Piense en él.
El gobernador se puso de pie dándome la espalda y en susurros se le escapó la confidencia.
—El buque se llama Maine, 15 de febrero de este mismo año, puerto de la Habana y que Dios me perdone. Con respecto al otro “asunto” no le aseguro nada.
—Le estaremos observando Gobernador.
—No puedo decir que halla sido un placer señora De la Cierva.
—No lo pretendía. Conocer la verdad no es plato de buen gusto. Por mi parte si lo ha sido señor de Bolivar. Marche con Dios.
El hombre agarró con fuerza la bola de nácar del bastón. Su cuerpo quedó enmarcado por el Arco del Postigo más allá de este un enmarañado de callejuelas se tragaban a los viandantes.
El Manila  se resigna a dejarse llevar en volandas por sus velas, deja una estela blanca de espuma tras nosotros, el malecón se deshace en el horizonte, el Caribe empieza a parecernos pacifico fuera ya de la ruta de los contrabandistas…sigo oliendo a azahar.
La Royal Communion se nos presenta extraña después del liberalismo del Imperio; un regreso a las haciendas, los caciques y la esclavitud, mansiones blancas y campos de algodón.
 La sonrisa candorosa de O´conor se escapa bajo el ala del sombrero de copa corta mientras escribo, cada vez estoy más convencida de mi última elección. Soy mortal y de esta Sincronía, así acabaré mis días.
Salvamos al imperio otra vez y no será la última; el Ángel que mata no descansa. Nos esperan los estados del Sur y una reina por enamorar.

IMPERIO fue ganador del la II edicion Concuros Relatos Cortos Ciencia Ficción, Ucronía.



15 de noviembre de 2015

El Baterista, una ucronía para "Concurso Relatos Cortos Ciencia Ficción"

 —Gordo no puedes pedirme que me acompase ¿entiendes? Es Swing hermano, el Hot está muerto ¡este el es nuevo estilo! Si no puedes adaptarte será mejor que dejes la banda. Piénsalo eres el mejor baterista que conozco, mejor que Monty, más grande que Krupa, eres mi hermano y te quiero con nosotros pero debes encajar , tienes que seguir el ritmo.
 Gordo se marchó por entre los biseles que daban intimidad a la banda en la abarrotada cervecería. Al correr de las cortinas los músicos siguieron con el tema compuesto por Goodman, una base rítmica endiablada; a falta de batería Del Mar suplía en lo posible con el contrabajo. Miles sabía que no volvería, todo estaba revuelto allá fuera  y a la banda le costaba aceptarlo, estaban llenos de Jazz de tal modo que este les atoraba los sentidos, le impedía escuchar el retumbe de los discursos incendiarios, las tropas de asalto civiles de uno y otro bando apaleaban a cualquiera que no comulgara con sus ideas pero estaban muy lejos de todo eso. Las notas trascendían las ventanas del almacén que hacía de local de ensayo, decoraba las calles y se perdían en las cabezas de los emigrantes que cruzaban el mar en busca de la patria del Jazz. El hermano se tomó su reclutamiento como algo personal, una huída de aquellos que no llevan la música en las venas.
 Miles se afilaba los dientes con los labios al tirar de la goma. Las venas se abultaron y aprovechó para hincar la aguja; salió al escenario donde sus músicos le esperaban.
 Las notas se elevaron de su cabeza en todas direcciones, con cuidado las recogió con sus manos y las introdujo con maestría en la trompeta. La música de jazz se metió en cada oído de una manera militar, el público quedó prendado pero Miles sabía que  la batería fallaba.
—Nunca encontraremos otro baterista como Gordo.
—El tipo quiere tocar Miles, y toca bien te lo puedo asegurar.
—No es judío Lucca, esta es una banda judía, tendremos problemas.
-—¡Los judíos ya tenemos problemas! Esta es una banda de Swing al margen de lo que sean sus componentes. Escucha como le pega al cuero y opina después.
 Cabalgaban en notas de Swing. El baterista se amoldaba como un guante a la banda, esperaba su turno de lucimiento sin acalorarse mientras llevaba el ritmo en todo momento, un par de veces Lucca lo paró, mientras insuflaba vida a la trompeta le miraba de reojo, le hacía bajar los compases y él tipo asentía;era una demostración de liderazgo más que una necesidad y aunque el baterista asumía esta un brillo fugaz y salvaje se escapó por un segundo de sus ojos, un relámpago vengativo que apenas duró un instante.
 Lucca hizo una señal apartando de sí la trompeta: ya no le interesaba aquel instrumento le había exprimido toda su esencia, todos pararon de golpe excepto el tipo aquel de la batería. Era su momento. Los platos y tambores se quedaron cortos para la diminuta estancia que hacía de local de ensayos, el retumbe se pegaba a las paredes buscando un hueco de escape, las notas subían y bajaban en torbellinos de presión en los cueros.
—¿Dónde lo encontraste?- preguntó Miles mientras se quitaba el sudor de la frente.
—Me encontró él a mí. Apareció en la cervecería la otra mañana dijo que nos estuvo escuchando la otra noche, que el baterista no era bueno que él era mejor.
—Es raro y algo oculta.
—Tienes que oírlo, no solo toca la batería. Digamos que le gusta hablar.
—Pues no se nota. No abre la boca.
—Esta noche tenemos una cita en la cervecería del viejo Klaus, nos ha invitado, allí saldrás de dudas.
Al día siguiente todo era distinto.
—Lo quiero fuera de la banda- Miles estaba furioso, corría de un lado a otro del local apartando sillas, moviendo instrumentos, de vez en cuando se asomaba por la claraboya buscando espías, como si no se supiera en el barrio que allí se tocaba música fremdländisch.- ¿ Lo oíste? Lo que salía por esa boca no es de un ser humano. Nos odia Lucca, para él somos el mal en persona, es un fantoche, una nacionalista teutón, es un sectario, no encuentro más palabras. Quiero que se marche ahora mismo.
—Que más da lo que le cuente a un par de borrachos, estuvo en la guerra lo condecoraron, si, es un maldito nacionalista y ¿Qué? No afecta para nada a su música.
—Tengo dos pasiones que dirigen mi vida- la voz de contralto dejó mudos a los dos músicos. La figura del hombre se recortaba de manera lúgubre, la mitad del rostro entreverado en sombras-la música y mi patria. Intenté vivir de la primera, por lo que se vé a los señores de la Academia no les satisfago. - Media sonrisa escapó de las sombras-  Mi otra pasión es una adicción, soy adicto a mi patria y haré lo que este mi mano para salvarla de la barbarie y de la humillación…a no ser que dispongan de un antídoto que me haga olvidar ese deber. Miles, usted sabe que soy bueno, no encontrará mejor baterista que yo.
 Aléjeme de aquí. En Francia es donde vive el Jazz y quien sabe a lo mejor fuera, ya sabe…cruzar el mar.
Miles le tiró las baquetas a la cara.
—Por qué debería, usted nos odia.
-—No entiende de política Sr. Miles. No debe tomar mis palabras de anoche al pie de la letra. En su mano está que mi adicción no llegue a mayores, le he visto echar mano de aquella caja donde guarda la morfina. Sabe de lo que le hablo, puede entenderme entonces. Deje que la música me cure. 

—¡Pero de que mierda estamos hablando! ¡Está loco me oye!- la atmósfera se tornó farragosa, aquella conversación extralimitaba los conocimientos de Miles y Lucca, flotaba energía negativa en el ambiente, por la claraboya se colaban los gritos de los críos jugando, algo muy fantasmagórico y claustrofóbico se adueñó de los presentes.
—Usted también pretende desecharme, como los de la Academia.- El baterista recogió las baquetas del suelo.- Esta noche tocaremos juntos Miles. Prepárese para el mejor Jazz que haya oído en toda su vida, usted y esos imberbes que no han sentido un acorde serio más allá de sus sinagogas.
 La cervecería estaba abarrotada de Muniqueses, las primera filas copadas por Jazz Judenn y Zazús; pantalones a cuadros y paraguas en el brazo como símbolo de afinidad al jazz, camisas amplias, faldas cortas en las chicas, sonrisas rebeldes; ávidos de conectar con los músicos, de bailar y reírse de sus tristes vidas durante ese tiempo mágico.
El baterista  concluyó la pieza a la señal de Miles. Y la sala permaneció en silencio.
Los chicos no estaban preparados para lo que acababan de oír, aquellas notas,  adelantadas varias décadas a  sus sentidos, los dejó quietos, tuvieron tiempo para el baile, cierto, pero no lo hicieron, quedaron congelados.
 La vieja guardia jazzistica al fondo, los “Piratas Edelweiss”, algunos recién llegados de Francia donde la vanguardia no cesa, se acercaron al escenario; abierto el público a sus pasos entre un mar bíblico.
Miles, como siempre, apartó la trompeta con furia, la dejó a un lado encima del piano de Lucca, Del Mar , el contrabajista , extenuado, cayó rendido en una silla. El baterista se puso en pie y con los brazos abiertos señaló a Miles, mantenía la cabeza encorvada, los ojos bajos. El Público rasgó el ambiente en un sonoro aplauso…y los guardias de asalto irrumpieron.
Una brutal mirada escapó del rostro de Miles hacia el baterista.
—Tú, tú avisaste a estos salvajes.
Rompieron todo lo que encontraron y patearon a los asistentes algunos jóvenes se enfrentaron pero nada podían hacer contra las porras y las barras de hierro. Dos fornidos uniformados se llevaron a rastras al baterista.
—¡Cúrame Miles!- Imploró el baterista y su súplica parecía sincera.
Lucca le alcanzó la caja roja del trompetista como pudo entre la turbamulta de brazos y piernas y le gritó:
—Ya sabes lo que tienes que hacer.


Querido hermano:
Mi vida en Nueva Orleáns es la vida de un músico, ya sabes, ensayos, actuaciones, poco dormir y muchas chicas…esto último no es cierto. Ha cambiado el ambiente político en estos años allá lejos y he pensado (¡Gordo pensando es todo una novedad!) en volver aunque sea para darte un abrazo y emborracharnos una noche con los chicos. No puedo hacerlo Miles, en este lugar se respira Jazz, nos alimentamos de música cada noche, no quiero pasar hambre ¿sabes? Los bateristas somos unos bichos raros y aquí parece que se nos da nuestro sitio, ¡sin perder la rareza que nos cateteriza!
Cruza el mar Miles. Podemos rearmar la banda. No te aseguro un trabajo estable ni un plato caliente cada día pero si la mejor música que puedas escuchar. Este país  crece por momentos y somos nosotros, los músicos, los que inspiramos la historia…