27 de diciembre de 2011

Un elemento disperso

Mongoloid by Devo on Grooveshark 


¿Cuántos vasallos comprende un hormiguero? Los justos y necesarios para la supervivencia de la colonia, el elemento disperso es anulado, expulsado y en último termino eliminado.

Rex es un elemento disperso pero libre, carece de moral, para su bien, es un superviviente, casi único en su especie. Con el tacón de su Martinelli derecho aplasta la obrera roja hidrocefalia, expande su cuerpo hasta dos veces su tamaño en el suelo de concreto del jardín de piedras.

Durante su gestación Don Rex aún no tenía este nombre , tan solo era un cigoto huérfano de alcohol , algo falló , ciertas cadenas de su ADN relegaron el camino de conexión , simplemente lo olvidaron , sus secuencias se perdieron , a veces pasa , el puente entre un eslabón y el siguiente permanece todavía chispando en cada extremo con estática energía , buscándose , serpenteando en la osmosis , hermanos gemelos en uno y otro extremo , flotando , hasta el infinito.

El cráneo rapado de Don, es pura porcelana para Janna, que lo acaricia, suave, mientras Rex observa el desierto tras la mampara de cristal.

Soberbio el salón dorado, La Compañía cuida bien de sus mejores ejecutivos, sobre todo de aquellos que le hacen ganar dinero en el culo del mundo, como Don.

Las dunas se esconden unas detrás de otras, como temiendo al vigilante calvo, salvo la primera fila, que sin mas opción, en desfile continuo impacta en el cristal.
Rex contempla el alacrán blanco que sube la minúscula montaña ; lo sigue con el dedo , deja sus huellas en el cristal e imagina morderlo , masticarlo , saborear la ambarina sangre mientras esta lo mancha entero. Janna le agarra la espalda, siente sus pequeños senos, picudos y erectos y llega a la conclusión que igual le daría comérsela a ella en vez de el escorpión. La nívea piel de J, como la llama, debe saber bien, masticarla y comérsela, podría hacerlo pero…no es práctico.

- Tengo hambre J, debería comer algo – le devuelve el rostro sonriente a Janna.

- Tienes el plato de frijoles en la mesa Rex, desde hace un rato, deja ya de observar ese maldito desierto, vamos a comer.

- El que mas frijoles coma será el ganador.

- ¿Cuál es el premio?

- Tú procura no perder.

21 de diciembre de 2011

A Navaja

Mein Teil by Ramnstein on Grooveshark

El andaluz Kafka podría ser un obsesivo compulsivo, pues este un don que se les concede a los que quieren el orden por encima de todas las cosas, el andaluz está demasiado cansado para ordenar su vida. Nadie ordena nada aquí pues todo lleva su proceso de inicio y destrucción por si solo.

El andaluz Kafka podría ser un perfeccionista agraciado, cualidades no le falta, su tierra está rebosar de escritores, artistas y músicos que buscan la perfección absoluta pero el está demasiado harto. Que aunque quisiera, no podría sustituir su siesta por la perfección de las artes y el calor en verano es tan grande aquí.

El andaluz Kafka podría mantener el tipo y ser un ideal de cuerpo, comiendo poco o casi nada, regurgitar su alimento en el cuarto de baño. Como hacen aquellos que se creen ideales, pero el sopor le invade y el cansancio es tan grande aquí que come o muere, cuando tiene que comer.

El andaluz podría ser un adelantado empresario y crear riqueza en su propio terreno, pero es tal la vejez de sus células cansadas que para qué. Explotar, enriquecerse con el trabajo de otros, cansa tanto aquí.

El andaluz Kafka podría ser una estrella mediática o de las cultas , de las del segundo canal, pero su acento , su zezeo , es tan cansino , que dominar el castellano le ocasionaría una inmediatez absurda e innecesaria, le cuesta modular las silabas , hacerse un hombre de provecho con verborrea cuesta tanto aquí. Y el papel de las revistas de colores es tan bueno para forrar los cubos de basura, impide que el chorro lo pringue todo.


El andaluz Kafka podría presumir en los aeropuertos, al pasar el arco detector de metales, con orgullo, con la sonrisa en la cara y escupir al del uniforme: en Híspalis no me pita, allí me dejan pasar con todo lo que llevo encima.

Pero el andaluz no es ególatra, por que eso cansa mucho y deja con timidez al del Empurdá, al buen Payes ,  que se pronuncie en su lugar : en la ciudad del Conde no me pita que suena más musical , más europeo ; el prefiere beberse el cava del norteño en navidad y quitarse de golpe todo lo que lleva encima y cagarse un poco en los muertos de cualquier cocinero de diseño mientras se tapiña espetos fritos al sol de la Málaga , mojándose los pies en un mar que es mas de él que de nadie ; de todas  las maneras ser chauvinista cansa tanto aquí.

El andaluz Kafka podría batirse a espada, pero un rey prohibió las espadas aquí hace muchísimo tiempo. Por eso se inventaron las navajas, propias de Andalucía, con las que se rebanaron gaznates gabachos cuando toda Iberia era Gades. Y los señoritos a navaja no se duelan, que es de plebeyos. Así que el andaluz la utiliza para cortarse queso o las venas.

Al andaluz Kafka le gustaría que lo tomaran en serio, está cansado de los chascarrillos. Es hombre serio y triste.

Por eso cuando le viene la fuerza entre jornal y jornal , entre siesta y descanso, cuando eso ocurre quema el puente de Carranza , se tapa la cara con un pañuelo y armado de tirachinas destroza alguna que otra clavícula , con una bola de acero , al primero que pase.

Toma una finca y defeca en la subvención, en el cacique y en su Santa madre y entonces: se obra el milagro; nadie se ríe del andaluz Kafka en el Parte del medio día , no cuenta chascarrillos, parte caras.

5 de diciembre de 2011

El rumor


Por eso cuando llegó el rumor quedó petrificado, supo en ese instante que sus pesadillas se hacían tan reales como los sueños de mediodía. La invasión llegó montada en un ruido que llenó las cabezas. Al principio tenue, una molestia del tímpano, un tapón de cera acumulada, detrito humano concentrado en los bucles laberínticos del oído. Pero sabíamos que era la invasión, lo presentíamos más allá de la intuición de una enfermedad. 

Al segundo día el rumor se hizo extensible y apreciable en el exterior de los cuerpos. También se hizo público, se comentó entre los ciudadanos y se pensó en una epidemia. Por la tarde se hizo insoportable y cuando llegó la noche las calles se llenaron de enfermos de rumor pidiendo ayuda para matar el grillo dentro de sus cerebros. Los sordos oyeron entre sus sienes el rumor, un único sonido en su vida y era mortal. 

Al despunte del alba el rumor se tornó ruido. Un ruido de trompetas, de sirenas antiaéreas; de guerras lejanas aunque alojadas en el recuerdo colectivo. El miedo se palpaba aleado con la ansiedad, las bandadas de pájaros se alejaban de la ciudad, los gatos huían en estampida, los gorriones caían al suelo fulminados por la entrada del ruido en sus diminutas testas.

El ruido mutó a divino. Una cadencia constante tan poderosa que cualquiera se sentía rata, insecto o microbio, pústula o costilla de perro disecado. Lloraban las almas pidiendo clemencia y perdón mientras la vibrante cuerda del ruido se tensaba en el cielo.  Podrían matarnos con un simple virus, una explosión atómica, una hecatombe solar pero fue el rumor. 


Aparecieron como espectros, andando tranquilamente, sin temor alguno, por entre los enfermos de ruido. Sin duda eran superiores pues el sonido constante no les afectaba. Nos contemplaron como quien mira un cuadro, acercaban sus caras enmascaradas a los niños, sin tocarlos, estudiando los efectos del ruido en sus rostros. Para ellos éramos menos que mierda, éramos dignos de estudio preliminar, descartables, una vez que la invasión concluyera.

Empezaron a deshacerse de todo lo amortizado por los humanos, obreros especializados ausentes a nosotros, que moríamos de ruido. Gritábamos, nos retorcíamos como endemoniados en el suelo, llorábamos, y nos arrancábamos el cabello.

 Los suicidas empezaron a caer de los edificios como lluvia de carne mientras ellos, sordos, desmantelaban nuestra civilización.