28 de octubre de 2016

Antropofobia




 C no paró de hablar durante el trayecto. Su memoria estaba repleta de datos, no teníamos pruebas contra el sospechoso pero las estadísticas no fallan. C es experto en esquemas estocásticos y estos apuntaban a Andrade.
 -¿Irás a la fiesta de despedida del sargento?- me preguntó mientras conducía. Los limpiaparabrisas apenas cumplían su función, montañitas de nieve se acumulaban sobre ellos a cada instante.
-         No Charly, es mejor así, ya sabes…
-         Yo voy a ir.
-         Que te diviertas.
-         ¿Has dejado el tratamiento?
-         Eso no te incumbe Charly. Me cansas con tu paternalismo.
-         “La imitación es el primer paso para alcanzar al maestro”.
Un collar para perros le ceñía el cuello, estaba desnuda de cintura para arriba, no tenía zapatos y la nieve de la calle le mojaba los pies. Nos miró desde su pequeña altura y puedo jurar que cada pestañeo era una plegaria para que acabáramos con su vida.
- Síganme, el señor Andrade les espera en el salón.- La espalda estaba marcada con antiguas cicatrices de latigazos.
El pasillo, flanqueado por reproducciones del Jardín de las Delicias del Bosco, nos llevó a la blancura del comedor donde Andrade nos esperaba.
-         Tomen asiento, caballeros.
-         Preferimos permanecer de pie, gracias.
-         ¿También habla por su compañero?
-         Charly es una máquina, no le importa.
-         OH, claro lo imaginaba. Espero que todos los documentos estén en regla.
  La niña se arrodilló al lado de Andrade. Se quedó allí, postrada como un perro.
Andrade era enjuto como esqueleto, seco como una pasa y le cubría una túnica rosada tan incongruente como unos ojos de muñeca pinchados en una cara de pergamino.
Aguanté las nauseas que me producía este tipo. La primera persona que trataba en un año y tenía que ser un asqueroso pedófilo.
La estocasticidad se ha demostrado como una técnica infalible, para nosotros Andrade estaba rondando el mármol del juzgado. Solo necesitábamos pruebas nada más (y nada menos) y el paradero de los infantes a los que dábamos por muertos.
-         Se trata de una comprobación rutinaria.- Tomó la palabra Charly aunque Andrade lo ignoraba.
-         Pueden mirar donde quieran. Realizar análisis y exámenes a cada empleado.
-         Esclavos.- Rectifiqué.
-         Lo que quiera, son máquinas solo eso, máquinas.
-         Prefiero hablar con usted.
Charly curioseó entre las vitrinas mientras Andrade lo seguía con la vista. Temía que mi compañero dejara caer algo o que el solo tacto de sus dedos infectara los trofeos.
-         El caso es que desde el lunes pasado dos niños no duermen en sus camas, esos hermanos viven en este barrio, justo un par de manzanas más allá.
Aparté las pesadas cortinas del salón, pude atisbar cuerpos desnudos con la cabeza rapada: la reserva de Andrade.
-         Agente…
-         Pascal.
-         Pascal, si... Puede consultar mi expediente. Nunca he matado o abusado de manera sexual de un ser humano, mi enfermedad fue descubierta a tiempo y como puede comprobar continúo en tratamiento, con seguridad para el resto de mis días.
-         Usted no es un enfermo Andrade.
-         Puede engañarse con eso si quiere. Soberbio espécimen ese que le acompaña seguro que el departamento de policía no tendría reparos en aceptar una bonita suma por él. Ya se sabe lo bajos que son sus sueldos.
Charly tomó a Andrade por el brazo  todo lo suave que pudo, teniendo en cuenta que puede ejercer una presión de unos cientos de kilos.
-         LE RECUERDO QUE SOY UN AGENTE ESTATAL SEÑOR, CUIDE SUS FORMAS- le recriminó C con su voz más profunda.
-          ¡Dígale que me suelte Pascal! Me va a romper el brazo- chilló histérico el degenerado.
-         Dígaselo usted.
-         Suélteme, por, por, favor- tartamudeó.
Charly le liberó y le ajustó la túnica, también le quitó un par de motas de polvo inexistentes, después me guiñó un ojo.
 Andrade se recompuso, caminó despacio hasta la ventana. Fuera los esclavos suministrados por el estado vagaban desnudos en la nieve.
-         ¿Le disgusta el olor de la carne humana? Yo estoy ansioso cada día por poseerla,  sin embargo usted reniega de ella, se rodea de máquinas. Entiéndame agente soy un humanista.
-         Es un cínico, antes o después tendremos pruebas de sus crímenes, es mejor a cortar todo el proceso.
-         Una visita rutinaria me dijo su compañero, las máquinas mienten mal Pascal. Nunca le diría donde están los cuerpos, disfrutaría en mi celda como nunca imaginando su cara, recreándome en su angustia por encontrar aquello que le repugna. Le conozco bien, tengo acceso a mucha información.
-         ¡Donde los guarda!
-         ¿De verdad le importa?
Como el que hace garabatos en un papel mientras piensa algo coherente para decir Andrade pateó a su esclava con desgana. Esta se quejaba de una forma blanda. No vi lágrimas, las máquinas no pueden llorar. Andrade  se empezó a excitar.
-         Esto es una máquina Pascal- resollaba con el esfuerzo de astillar cada costilla de aquella desgraciada- pero a usted le duele más que si fuese un humano, ¿no es cierto?
-         ¡Déjela ya!
Le puso el pie a la niña sobre la cabeza, apretaba para hacerla crujir contra el suelo, hilillos de sangre (muy conseguida, de textura pesada) borboteaban de los oídos de su victima.
 Los niños esclavos/máquinas se arremolinaban curiosos manchados de copos de nieve, las manos apretadas sobre el cristal. Tiré con fuerza del arma sujeta al costado y la enfilé apuntando su cabeza.
-         ¡Suéltela! Voy a disparar si no lo hace.
-         Sigo mi tratamiento agente.
Amartilla el revólver, le ordené a mi cerebro.
Cayó como un trozo de madera vieja, carcomida y porosa, creí  que flotaba antes de tocar el suelo. Muy extraño. Pues mi dedo permanecía congelado a un milímetro del gatillo. Me abalancé sobre aquel despojo de persona dispuesto a reanimarlo. Le tomé la cabeza soportando el asco que me producía esta situación. Andrade me miraba sin pestañear.



-         ¡No te mueras todavía hijo de puta!, dime donde están los niños, ¡Habla joder!
Acto seguido me  estampó un beso en los labios antes de exhalar.
Charly me tocó el hombro para que me volviera. En su mano derecha el revólver humeaba. C no está autorizado a portar armas así que supuse que la había tomado de la vitrina de los trofeos.
-         Te desmontarán C.
-         Lo sé. Siento no poder ir a la fiesta del sargento- me guiñó un ojo; su gesto especial de que todo está bien.
-         ¿Sabes lo que has hecho Charly? No tiene lógica.
-         La imitación es el primer paso para alcanzar al maestro.
 Fuera, en el patio, los maniquíes retrocedieron sin apartar la vista de nosotros.
Se ocultaron entre un remolino de nieve espoleado por la ventisca, dos de ellos quedaron pegados al cristal; estaban llorando.
Andrade se suicidó(al fin y al cabo no mató a nadie en toda su vida) yo fui el confesor y Charly el cilicio que espió sus virtuales pecados.
 C era mas persona que yo. Para acabar con la vida de un ser humano, sin ganar nada a cambio relacionado con la supervivencia,  tienes que ser otro humano, así funciona la cosa. Ni aún las máquinas, ahora lo sé, tienen redención.
 Después de lo acontecido he perdido de forma perenne el contacto con todos.
¿Que somos? ¿Qué soy yo? Un sistema  autónomo, artificial, construido por mi mismo en base al resentimiento a  una especie que  asesina y tortura sin otro interés que su placer;  sin duda soy el mal.





25 de octubre de 2016

SPAM


  José Temprado se ajustó la corbata negra, atusó la chaqueta oscura de autentico pelo imitación de búfalo y se acordonó los zapatos de un reluciente charol azabache. Cuando se miró en el espejo le vino a la cabeza Gregor Samsa en versión insecto, si la cucaracha tuviera que ir al  funeral  de su mejor amigo, como era el caso…en verano.
 《de puta madre, ya estoy sudando》le dijo a su imagen en el espejo.
 Cerró la puerta del apartamento cuando una llamada irrumpió en su cabeza.
—Buenas tardes, ¿hablo con el titular de la línea?
—Disculpe señora pero no es el momento, voy a un funeral y como comprenderá…
—Cierto, como pude no haber caído. Siento lo de su amigo el sr. Berttini, pero usted es fuerte sr. Temparado, lo superará.
—¿Cómo sabe eso?
 Yo lo sé todo sobre usted Don José: está soltero por voluntad propia, no le gustan los niños ni los gatos, es usted muy frugal con la comida Don José, espartano si me permite la opinión. También es algo deslenguado por que le hace parecer un poco rebelde, ¿resentido tal vez?
 Temprado se llamó gilipollas  un par de veces por tomar aquella estúpida decisión de instalarse el Terminal dentro de su cuerpo, ahora era un borrego como todos los demás. Mientras conducía la verborrea era imparable.
—¿Conoce nuestro nuevo paquete de productos sr. Temprado?  
—Dígamelo usted que lo sabe todo de mí.
—Que simpático Don José. Si señor, lo sé todo. Pues por eso precisamente le he llamado. Ahora si contrata una nueva línea le saldrán gratis los mensajes de mente. ¿No es increíble? Todos los MM gratis.   
—Para que cojones quiero otra línea, vivo solo como bien sabe. Oiga de verdad que no es el momento estoy llegando al Tanatorio, llame en otra ocasión.
—Es muy buena oferta Don José, no la deje pasar…
 La voz siguió durante todo el funeral, continuó en la cafetería y prosiguió cuando José rozaba la mejilla de la viuda, su amor de toda la vida que Berttini le arrebató. Algo quedaba después de “aquello”, lo sabía,  cuando su amigo tuvo que ausentarse por negocios. Otro caluroso verano pero al contrario que ahora José fue feliz. Dejó los colores oscuros de sus ropas, rieron, se emborracharon y  se bañaron desnudos en la playa, la luna brillaba fuerte y el  se comportaba como si tuviera un futuro.
 Clarisa lo miró de manera difusa.
—Clara-como solía llamarla en la intimidad-  yo...      
—Ahora no José, no me llames así.
—Del veinte o del treinta y a veces del cincuenta, todo depende del volumen de llamadas…- La machacante voz de aquella mujer seguía en su cabeza y al parecer había elevado el volumen-.Don José ahora es el momento y Clarisa se lo agradecerá, cuando vivan juntos (aunque no me fío de ella lo suficiente) un poco más adelante, ahora esta reciente la cosa, usted la estará esperando con una línea gratis y un descuento importante en un Terminal Interior como el suyo. Le advierto que Clarisa es de otra compañía pero eso no es problema usted la puede convencer…
—¡Cállate, maldita sea!
—¡José! Por favor- exclamó Clarisa- , no me grites ¿Qué te ocurre?                —No, no eres tú Clarisa, es esta cosa; un T I, no para de hablarme y me tiene loco.
—Yo tengo otro y me es muy útil ¿como  es que no bloqueaste las llamadas comerciales de la compañía?, lo dicen bien claro en las instrucciones, ahora tienes que aguantarte. No piensas las cosas José, siempre te pasa igual, llegas tarde a todo.
—Pero Clara.
—¡Que no me llames así! y menos en el funeral de tu amigo.
—Al que tú le pusiste los cuernos por cierto.
—Vete a la mierda José.    
—No se quede callado Don José replíquele a esa traidora que lleva años sin cambiar de compañía, usted merece más que esos desprecios- metió baza en la discusión la operadora.
Temprado, descolocado por los acontecimientos se quedó petrificado apoyado en la barra de la cafetería.  Todos los asistentes se marcharon menos la operadora.
—En Ciudad de Vacaciones Joven Marino y las copas GRA-TIS ¿Qué me dice?                          —¿Cómo te llamas?
   
Por primera vez la teleoperadora parecía no saber que decir.
—¡Qué como te llamas joder! Todas las tele operadoras se presentan tu no lo has hecho. Dime tu  nombre.
—No creo que le interese Don José, le habla la compañía Rocktell de manera directa, una gran compañía a su servicio.           
—¡Al carajo Rocktell! Soy un cliente y quiero saberlo.             
—Esta bien…Vibo Tell  999.
—¿Qué mierdas de nombre es ese?
—El mío.- El tono de voz de la tele operadora se tornaba mas personal y menos comercial o eso le pareció a José.
—¿Eres un puto programa?            —Si a lo segundo y no a lo primero, no sea descortés por favor. A todos los efectos y para el uso que se me da soy tan humana como usted Don José. Y  esta conversación se sale de los esquemas del marketing comercial, por lo que sigo comentándole las ofertas para los próximos cinco meses, toda una primicia.
José salió deprisa de la cafetería, manejó el vehículo como un conductor de rally hasta que llegó al apartamento. Buscó las instrucciones del Terminal que estaban encima de la cama (que no usaba desde hacía semanas, dormía en el sofá) allí leyó, como victima de paludismo; febril y tembloroso, las instrucciones. En su cabeza Vibo  le hacia saber las bondades de un sofá ergonómico pensado especialmente para sus cervicales dañadas. En el apéndice tercero estaba la solución: “si en su momento no activó el bloqueo comercial tendrá que pagar un plus mensual” ¡Que hijos de puta! ¡Cabrones todos!
Gritó José pero aliviado de todas formas al saber la solución a su problema.
—Vibo o como te llames pásame con Rocktell ahora mismo.
—Don José, ¿quiere prescindir de mis servicios?- ¿Intuyó cierto pesar de corazón en esa voz? , se sorprendió José al pensar en eso- lo lamento, le puedo ser de mucha ayuda.
—¡Que me pongas coño!
 Al otro lado de su cabeza escuchó la musiquita de espera de Rocktell. Sentado en la cama recordó el rostro infantil de Clarisa sombreado por una redecilla negra, sus firmes piernas ajustadas en medias y el desprecio en su voz. A su mente vino Berttini, su único amigo ahora fallecido que se reía en su cara desde la cueva del crematorio. La música de ascensor continuaba. Vibo no decía nada por primera vez en la mañana.
— ¿Vibo?
—¿Señor Temprado?       — ¿Qué películas me gustan?
—¡OH! Le gustan las viejas películas de ciencia ficción, el cine clásico de finales del XX, todas están en nuestra tienda  para su disfrute.
— ¿Si tuviera que encontrar pareja como sería?
—Es más sentimental de lo que parece Don José, necesita una pareja que le entienda y que no se parezca a usted en nada.- De nuevo notó, y esta vez sin duda alguna, una cadencia en la voz de la operadora muy poco comercial.
José se quedó tumbado en la cama. El dormitorio en penumbras,  el ronroneo de la ciudad tras las ventanas, la música de ascensor de los caros en la cabeza, el arrullo del aparato de ventilación, la voz de Vibo.


                                 Relato ganador III Convocatoria Relatos Cortos Ciencia Ficción



4 de mayo de 2016

El olvido

Vendo vehículos usados, igual que hacía antes de Mic. He vendido seguros de vida, libros de dianética, frigoríficos, acciones, biblias, juguetes para adultos, sexo por encargo y comida enlatada. He vendido casi todo lo que se puede vender, incluida mi persona…también vendí a Maureen.
 Ahora solo hay cantinas.Los bares no están prohibidos pero todo aquel que frecuente uno es sospechoso de traición a Mic, eso piensan los humanos, a Mic le importa un carajo.La mayoría de los rumores sobre él son inventos  del inconciente colectivo, es el cerebro asustado y contrahecho de  la humanidad el que nos hace sospechar turbias acciones de Mic sobre todos nosotros…yo creo en todas de una manera febril.
 Las vacaciones pagadas en verano, la Navidad; fiestas que a las máquinas les importan un comino. Un misterio, tan insondable como nuestra supervivencia.
 De igual manera incomprensible sostienen un sistema capitalista de bajo nivel en todo el planeta, es por eso por lo que las maquinas mantienen las fotocopiadoras, ¡los faxes!, los televisores catódicos y los programas de televisión de niños cantantes; odio a Mic, no saben cuanto puedo llegar a odiarlo.
—Cuénteme algo de Maureen.
—Lo sabe todo de Maureen doctor.
—Pero quiero que usted lo haga. Sr. Stud.
—Puede llamarme Ronaldo como todo el mundo. Mi Madre era la única que me llamaba así. Lo hace aposta, está bien no me importa, ya casi nada me afecta. Como sabe doctor,Maureen murió con la mitad de la población del planeta a causa del virus. Mic fue así de bondadoso con la humanidad. Nos libró de la superpoblación, recuperó el clima, especies casi extintas y mantuvo al mismo tiempo el capitalismo de hace cincuenta años sin sus funestos efectos secundarios ¿Qué más se puede pedir?...bueno por pedir que no quede, yo acabaría con las rancheras, los mariachis y los niños cantores de concursos televisivos pero eso es demasiado para Mic.
-¿Sabe que ahora además de cantar cocinan suculentos platos de prestigiosos chefs. Todo dentro del mismo concurso, es entrañable.
 Tomé este ataque descarado de publicidad pineal por parte de mi psiquiatra como una sucia maniobra de Mic, controla todo lo controlable, incluida mi visita semanal al doctor Ramírez.
En este anuncio que encontré en la mañana, antes de la primera copa, lo dice bien claro: SE NECESITA AGENTE DE VENTAS PARA IMPORTANTE EMPRESA, AVALADA POR MIC EN PERSONA, BUENA PRESENCIA…Y BLA, BLA, BLA. PROCESO DE SELECCIÓN MUY RIGUROSO. Soy yo, sin duda, el candidato ideal, así que me encamino a copar el puesto y dejar el derrumbe para otro menos meticuloso.
Un tipo se me ha adelantado, se podría decir que es una alma gemela, otro vendedor, yo diría que de fotocopiadoras, se le escurre el toner por entre las mangas, son inconfundibles. 
 Avalado por Mic en persona. Tiene gracia…en persona.
—Mic tiene de persona lo que yo de abstemio, ¿una copa compadre? Así hacemos tiempo.
“El Olvido Mariachi”  un lugar como tantos otros, una patética cantina donde esperar, mi dichosa manía de llegar siempre media hora antes.
Por entre los víseles del Olvido la captación pineal  me escuece los ojos: “COLONICE LA UNDECIMA DIMENSIÓN, ESCAPE DE LA TIERRA, SEA HUMANO” siempre llevo a mano una buena cantidad de duerme bien en el bolsillo interior de la chaqueta para evadirme del acoso pineal de Mic(solo para eso)me digo a mi mismo cuando sé que no es verdad.  Desconozco de lo que está compuesto el duerme bien así que sugiero como sustancia adictiva el tequila, mi segunda debilidad, digamos que el duerme bien es un complemento.
 Altavoces escondidos  entre matas de cactus de plástico nos martillean los oídos con el cántico de Jorge Negrete, en el televisor un adulto en cuerpo de niño intenta cocinar para deleite de sus horrendos padres y el resto de parroquianos. 
Es mejor que deje la botella- le ordené al mesero mientras mantenía la caja de duerme bien agarrada. 
Buena idea compadre.
  El tipo está un poco desquiciado. Mira de un lado a otro no es capaz de mantenerse quieto en la silla, me observa de reojo con una inquietante sonrisa de medio lado.Me cae bien. En un momento dado, cuando fantaseábamos con la posibilidad de desconectar a Mic, me mira fijamente, por primera vez en toda la conversación.
—¿Cree que nos escucha? ¿De verdad lo cree?
—Mic lo escucha todo, lo ve todo y no le importamos en absoluto.
A estas alturas la entrevista de trabajo nos trae sin cuidado, la botella de Tequila está medio vacía, como mi  vida, como la de este tunante. Me arrimé a los labios un par de duerme bien y los tragué de golpe.
—Mire Stud. ¿Que me diría si le cuento que sé de buena tinta las intenciones de Mic?
—No me haga reír. Lo pondré a prueba.
—Hágalo.
—¿Por qué Mic nos tortura con esta música del demonio? Es muy fácil y nada complicado para usted que todo lo sabe de nuestro Dios. No recuerdo oír otra cosa desde la gran epidemia.
—¿No le gustan las rancheras?
Estoy a punto de machacar la cabeza de este hombre pero quiero saber hasta que nivel llega su locura.
—NO.
—Mic cree que asienta el espíritu y prepara el cuerpo.
—¿Para que? ¿Nuestro funeral?
—Para la vida salvaje por supuesto. Fuera de estas paredes de hormigón.
—Si de lo que habla son las colonias de azufre en la atmósfera de Venus o el infierno de Marte solo tiene que cambiar el hormigón por planchas de acero; el interior de un carguero espacial o un domo presurizado.
 El tipo sigue mirando de un lado a otro. Toma el resto de la botella de tequila a gañote. Me devuelve la mirada de nuevo y saca una foto de esas instantáneas de hace cincuenta años con la banda blanca abajo (otra gracia de Mic) donde hay escrito algo ininteligible.
—Mire esto.
Veo un paisaje árido lleno de casas blancas, amplias y robustas, un caballo pace tranquilo, al fondo una hacienda, no se aprecia muy bien pero los bultos marrones diría que son reses,  todo enmarcado por varios cactus…azules.
Permanece en silencio, con esa sonrisa desquiciante ladeada, la corbata floja, el cabello alborotado de tanto manosearlo.
—¿Qué me dices Ronaldo , ¿Lo dejarías todo para venirte aquí?
—¿Ha montado todo esto solo para ofertarme otra vida?
El tipo asintió de manera exagerada como los niños. Quiero veros allí. Me preocupáis, te juro que me preocupáis Ronaldo. Esto está a miles de años luz. He dado con la clave ¿sabes? La de los viajes espaciales. ¿No es increíble?
—Lo increíble es que después de masacrar a tres cuartas partes de la humanidad con un virus tengas el valor de proponerme tal cosa…máquina.
—No, solo viste como los camiones se llevaban los cuerpos para su incineración. ¡Pero están vivos Stud! ¡Vivos! Te esperan allí compadre. Me tengo ir Stud.
 El vendedor de fotocopiadoras se marcha despacio y deja un puñado de fotos “Polaroids” dobladas encima de la mesa. Las paso como un manojo de naipes, al poco me topo con el rostro sonriente de Maureen, cubierta a medias su cara por la sombra de un sombrero charro, en el espacio en  blanco de más abajo una nota...

17 de marzo de 2016

JUMP

El humo bajaba del techo  en capas gruesas, en cascada, era pegajoso, lleno de hollín, negro y tenebroso. En pocos minutos quedamos a oscuras y solo los leds de las maquinas rompían con centelleos un pasillo interminable que nos llevaba al cadalso.
Las llamas, al otro lado de las paredes recalentaban la estancia y el sofoco nos hizo toser, sin pausa, una tos asmática de supervivencia donde cada músculo, lucha por escapar de la muerte pero sabes que es tarea imposible y aún así el cuerpo busca un escape. Nos manteníamos agarrados unos a otros formando un tren infantil, nadie hablaba.
Al final del pasillo de humo como en las leyendas, nos encontramos con el agujero de luz, que no era otra cosa que una pared derruida, la niebla negra escapaba a borbotes por ahí, y una brisa suave nos revivió por unos segundos, los rayos del sol se abrían paso entre vanos de humareda como brazos de oro que nos llevaban al destino más escandaloso e inimaginable de los habitantes de la planta 99. Nuestras vidas pasadas ya no tenian sentido, desde que comenzó el incendio todo mutamos a habitantes de la planta 99. Pequeñas vidas de veinte minutos; como las moscas, en el planeta planta 99 todos éramos insectos nacidos minutos antes, nuestro alimento; el oxigeno, sin opción a reproducción, nacimiento y muerte en un pasillo oscuro, vomitados al final por la boca rota, la brecha abierta en la pared de la planta 99, al exterior, volaríamos, crisálidas hechas mariposas en vuelo rasante con la pared en vertical, de camino al suelo de asfalto 1000 metros más abajo.
Y subido en una robusta mesa de roble;  las mangas de la camisa remangadas hasta los codos para dar mayor movilidad a los mismos: el hombre de la maza.
Mantenía su corbata atada con experta sujeción al cuello, la chaqueta de traje caro descansaba en la mesa, dispuesta  para evitar cualquier arruga. Le brillaba la frente por el calor y el esfuerzo. A sus pies en fila, al menos diez habitantes de la planta 99 aguardaban su turno, subían de uno en uno a la mesa, el aire fresco de primavera se colaba entonces por el hueco de la pared y el hombre de la maza les dejaba así, que contemplaran el perfil de la ciudad, el sol que despunta, el paso de las golondrinas buscando el  invierno, el calor de miles de almas de la ciudad al despertar. A esa distancia no se oían las sirenas, ni el murmullo ahogado de los espectadores; tampoco el estampido de los cuerpos contra el suelo. El hombre de la maza aguardaba, esta felicidad difusa , este anhelo por la vida que se deja , el repaso en segundos de todo lo pasado le pertenecía a  su cliente. Llegado el momento , el hombre de la maza sabía cuando , subía sus poderosos brazos hasta el cielo negro de hollín, la punta roma del martillo llegaba a tocar su espalda, y de un sonoro golpe seco , era el único sonido en aquel rincón de la planta 99 , rompía el cráneo del cliente que se despeñaba hacia el suelo a una velocidad de 20 metros por segundo.
En ocasiones el cliente prefería mantenerse conciente antes del salto. Entonces el hombre de la maza dejaba su herramientas y acercaba el oído, nunca supe que clase de confidencias le contaron al hombre de la maza pero todo los que optaron por este método lo hicieron, el hombre de la maza asentía, como un confesor, una vez soltó una carcajada y el cliente lo abrazó, después un leve empujón casi imperceptible pues esta clase de clientes confiaban en volar sin ayuda.
Asumí mí puesto en la fila detrás de una mujer anciana, esta se volvió, las lágrimas se precipitaban por su rostro y pensé en mi cuerpo de camino al suelo, y sonreía, estaba feliz.
-         Aquí se puede respirar, es una bendición esa brisa que entra ¿no cree?
-         Sin duda señora- le dije y me agarró la mano con fuerza.
-         Béseme joven.







 R.I.P / 11S

INCURABLE



Cuando se hicieron cargo de todo desapareció la cerveza, el chocolate y la cocina de autor. Los rascacielos, la pintura, la literatura y todas las artes en general. Los vehículos, las viviendas y todos los templos. Las granjas y los animales de explotación alimenticia, la estación espacial y el trigo, las lechugas y los centros comerciales. Las playas de recreo, los deportes de riesgo y la televisión. Las ciudades, los pueblos, villas y comarcas. Por el contrario permanecieron las fábricas, la música electrónica y la clásica, los satélites, los bosques, la fauna y el curso natural de los ríos... y Marta.

 En apariencia todas parecen humanas aunque la única autentica sea ella. La infancia de Marta es feliz y no le falta de nada, su  mundo es un domo adaptado a una vida idílica y naturalista: cabaña de madera, lago cercano y bosque rebosante de vida. Las matronas cuidan bien de Marta como lo harían unas buenas tías solteronas.

—Algún día me marcharé de aquí. Subiré aquellas montañas y seguiré andando hasta encontrar otras niñas con las que jugar. Estoy cansada de vosotras.

—¿Y quién te cepillará el cabello entonces Marta?- U2124145 dejó que la pequeña se perdiera en sus pensamientos y continuó acariciando la melena, con el rabillo del ojo miró a M U2124100 y se comunicó con ella a un nivel cuántico, las moléculas se condesaron excitadas por los quarcks; estas hicieron mutar las muy abundantes moléculas de oxigeno en el viejo código binario que los receptores de M U2124100 no tardaron en codificar.

«La niña está creciendo muy deprisa» Al instante todas supieron de esto. Los entes virtuales, las conciencias de energía que satelizan el planeta, y las sondas hiperlumínicas que cruzan el espacio camino del gran agujero negro en el centro de la Galaxia. Los humanos modificados que olvidaron que eran humanos, los animales con conciencia, las mutaciones de plasma y el Cerco Alien que mantenía el zoo en activo.

—No eres como yo U 2124145, lo sé. No creces, no te haces grande y siempre tienes la misma cara. ¿Por qué me tenéis encerrada aquí? ¿Crees que nunca podré marcharme, que no puedo escapar?

Se hizo un silencio sepulcral.

—No estas presa Marta te puedes marchar cuando quieras- se pronunció complaciente U 2124145, y le deslizó de nuevo el capillo por la larga melena- pero ¿Dónde iras?¿ donde puedes estar mejor que aquí? -M U2124100 dejó el cuarto de manera apresurada, tenía trabajo por hacer si aún quedaba algo de tiempo.

 —Sabes que te quiero U 2124145, nadie mejor que tú para cuidarme.

U 2124145 se enfrentó a la pequeña y con ambas manos le toco el rostro, si hubiera podido llorar la hubiera hecho.

—De todo lo que me rodea tú eres “lo” mejor.- Ella también parecía emocionada, acarició la mejilla de U 2124145 con sus pequeños dedos hasta que estos llegaron a la orilla del ojo izquierdo, después solo tuvo que presionar fuerte, muy fuerte.

U 2124145 sufrió unos leves espasmos que le recorrieron todo el cuerpo y aún tuvo tiempo de observar, con el ojo sano,  como Marta tiraba al suelo el ojo izquierdo de su cara; por donde metió la mano.

—Holaaa.¿Hay alguien ahí?-Gritó Marta al hueco vacío en la cara de U 2124145.

 

 

La increíble persistencia



  Mary Who se miró en el espejo y diez millones de rostros lo hicieron al mismo tiempo. Todas eran las caras de Mary, diez millones es poca cantidad, parecía que después de todo se avecinaba una agradable jornada de pocas posibilidades cuánticas. Las noticias lo vaticinaron en un parte de media noche y se acostó pensando en ello. En sus sueños Andrés era único, alcanzable y accesible. Se despertó sonriente por esta circunstancia.
Camino del trabajo su cuerpo fluctuaba en una cadencia corta “los pronósticos vuelven a acertar”, pensó.Otra Mary caminó por una ruta más corta, decidió tomar un taxi en un día de lluvia así que esta Mary de paseo en solitario , tranquilo y relajado,se asentó en la silla de recepción del hotel,mala suerte. Las cosas vienen así, siempre han sido así y siempre lo serán.
Hoy Andrés ocupaba un espacio muy pequeño en su mente, “él se marchó sin decir nada, tengo que reconocer que las cosas no andaban bien, Andrés es demasiado libre para atarse a una relación estable” pensaban unos  billones de Marys, estos pensamientos llegaban en pequeñas ondas al cerebro de nuestra Mary, atenuadas por el paso de billones de universos de separación, le producían una leve inconstancia y apunto estuvo de colgar una llave en un cajetín incorrecto de tal manera que no pudo concentrase en su trabajo de manera eficiente, los turistas bajaban las escaleras, se presentaban en la recepción con problemas tontos, y se hizo de tarde, de noche y de madrugada en varios nanosegundos, un jornada laboriosa. Para las personas del Universo Cuántico este es el pan nuestro de cada día, no aprecian diferencia alguna entre ellos y sus infinitos pares, entre el día, la noche o el ayer, viven en una masa constante de cambios y la información se transmite de un individuo a si mismo en otra circunstancia al instante, pues ambos son el mismo. De igual manera viven y tienen constancia del tiempo y el espacio por eso Andrés ocupa un lugar en el corazón de Mary.
Todas las posibilidades son factibles en los familiares  universos cuánticos de Mary, en uno de ellos, todos los humanos vuelan, el vuelo en el universo Megatón 3 3388(“)  es posible, algo relacionado con la gravedad y un artilugio inventado en el siglo IXX, allí también se da una constante, y esta es invariable hasta el momento: “Él se marchó sin decir nada, tengo que reconocer que las cosas no andaban bien, Andrés es demasiado libre para atarse a una relación estable”